Un cazador nómada de Namibi logra llegar al campeonatoMundial de videojuegos


BUSAN, Corea del Sur (CNN) — Cwi Nqani no conduce. No tiene teléfono. E incluso si lo tuviera, el lugar más cercano donde podría cargar su batería está a 16 kilómetros en un trayecto que tiene que hacer caminando desde la choza de paja en la que vive, en el sur de Namibia.

Contra todas estas posibilidades, este hombre de 32 años, quien lleva pulseras hechas de huevos de avestruz y un taparrabo, compitió la semana pasada en un videojuego de carreras de coches — que se juega en teléfonos móviles— en los World Cyber Games en Corea del Sur.

Nqani no ganó un solo partido en el juego Asphalt 6. Sin embargo, la experiencia de asistir a los Juegos Olímpicos de los videojuegos, junto con 600 de los mejores jugadores de video en el planeta, le abrió los ojos y fue una lección de humildad, dijo.

“Voy a ganar experiencia y quizás la próxima vez sea el ganador porque voy a aprender de los demás”, dijo.

El viaje de Nqani a este torneo de videojuegos es nada menos que increíble.

Durante este otoño estuvo en Namibia vendiendo pulseras y otros artefactos culturales de su grupo étnico, los San, en una feria comercial en Windhoek, la capital del país. Coincidentemente, cerca se encontraba Lubomir Lang de los World Cyber Games, quien tenía una gran carpa blanca para los campeonatos nacionales preliminares de videojuego de Namibia.

Nqani nunca había visto un videojuego, ni siquiera había oído hablar de ellos. Pero le intrigaron, por lo que fue a la carpa. Se quedó tan impresionado por los juegos que encontró — FIFA soccer, Tekken, un juego de luchas, y el juego móvil de carreras Asphalt 6— que decidió competir en el torneo para tener la oportunidad de asistir al campeonato del mundo en Corea.

Como era el único competidor en Asphalt 6 fue elegido de forma automática para asistir.

Para practicar para el torneo internacional, Nqani dijo que Samsung le envió un teléfono móvil gratuito, el Galaxy S II. También tuvieron que enviarle un cargador solar, para que Nqani no tuviera que caminar hasta otro pueblo cuando su batería muriera.

Cuando el teléfono llegó, Nqani y su familia estaban muy contentos.

“Todos trataban de arrebatarme el teléfono mientras jugábamos”, dijo con una gran sonrisa en su rostro.

La semana pasada, un equipo de filmación lo llevó en una gira a Busan, la metrópolis costera, donde se celebraron los World Cyber Games. Fue a patinar sobre hielo por primera vez. Se subió a un camión de alta velocidad. Fue a un spa. E incluso fue a una discoteca, donde la música era demasiado fuerte para su gusto (“¡Oh, mis oídos! Boom, boom, boom!”, dijo).

Su principal aprendizaje tras ser sacado de un pueblo de cazadores nómadas y llevado a Corea del Sur —posiblemente el país tecnológicamente más avanzado del mundo— es que África necesita más tecnología.

Eso es debido a que podría ayudar a la gente a avanzar y a encontrar nuevos empleos, dijo.

Pero también porque es divertido.

“Todo el mundo debería tener la oportunidad de jugar”, dijo

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