POR ALEJANDRO SANTANA
Desde pequeño vengo
escuchando decir que nadie está obligado a invitar a nadie a su fiesta, he
escuchado que tan poco se debe ir donde no lo han invitado.
Hasta ahora he
cumplido al pie de la letra ese sabio consejo de mayores, aunque siempre he ido
a los velorios sin la necesidad de una invitación.
En las adversidades
he sido solidario con los demás, he sufrido dolores ajenos, me he puesto a la
disposición de quienes han necesitado mi ayuda en un momento dado.
Pero debo decir que
también he escuchado, que mientras más alto se esté la caída es más
estrepitosa, también que el que se emborracha en las alturas, el mareo lo tira
al suelo.
De un tiempo a esta
parte, Empresas Radiofónicas, ha dejado de ser lo que era, cuando don Rodolfo
Lama, manejaba su empresa, se hacía tributo a la caballerosidad, se hacía honor
a la amistad.
Hoy ya no es lo
mismo, quienes dirigen no entienden eso de las buenas relaciones, y habría que
decir que quienes dirigen tampoco conocen de caballerosidad, de solidaridad ni
siquiera con sus compañeros.
Muchos han tenido que
salir de ahí enemistados con los jefes y jefecitos, porque al alcanzar
jerarquía han entendido que haciendo enemigos van a algún lado.
Ya por fortuna, estos
son otros tiempos, y no se puede decir que el medio en que estoy sea el mejor,
ya la gente sabe leer entre líneas, ya los escuchas y los lectores saben quién
es el periodista honesto, el charlatán y el comerciante.
Ya uno no se vende
como el bueno, es el publico que sabe colocar a cada quien en su justo lugar,
en esta ciudad habemos, muchos haciendo periodismo, todos no somos buenos ni
somos honestos, la gente los sabe distinguir.
Con no invitar a
ninguna de las cabezas de los gremios de la comunicación, no se ha ganado nada,
ni se ha hecho ningún daño, es posible que un gran favor.
La mayoría de los que
hoy somos locutores o periodistas, dimos nuestros primeros pasos en Empresas
Radiofónicas, y aunque hayamos salido, mantenemos buenas relaciones con su
propietario fundador, y por eso muchas cosas las dejamos pasar.
No estamos ofendidos
con nadie en particular, cada quien dirige como su capacidad se lo
permita, los empleos en ese tipo de empresa no son para toda la vida, mientras
más uno se arrodilla, mas mal parado sale de ese lugar, donde muchas cosas no
andan bien, pero por respeto a Rodolfo Lama, uno las deja pasar.
No hay ofensa por la
falta de ética como dice Beny Pichardo, cada quien en este ejercicio
periodístico tiene su espacio ganado, a cada quien lo respeta la sociedad de
acuerdo a sus aportes, ya esa empresa ha perdido excelentes profesionales,
locutores y periodistas.
Y el pueblo sabe por
qué han tenido que salir ya que las acciones malas trascienden hasta en
las mejores familias, ojala se dejan las cosas así y no se trate de enmendar
errores y falta de ética o visión empresarial