Por: Nélsido Herasme
El autor es periodista, reside en Santo Domingo |
Me resulta difícil creer que el ex magistrado español, Baltasar Garzón, desde su cuenta de twitter, “haya dado un espaldarazo a Leonel Fernández”, elogiando el auto de archivo definitivo de querella dictado por la fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, en favor del ex presidente dominicano y la fundación que dirige.
Hemos visto en otros escenarios al jurista ibérico tronar frente a la corrupción y plantear que esta sea tipificada como “delito trasnacional”.
Garzón, que a juzgado y enfrentado a turpenes ligados al narcotráfico, al terrorismo de estado y a la violación de los derechos humanos, a dicho que a los corruptos deben aplicárseles los mismos principios de la jurisdicción global y tipificarlos como criminales internacionales.
La posición, asumida recientemente por el jurista, en Brasilia, en el marco de la clausura de la “XV Conferencia Internacional Anticorrupción”, a muchos nos gusta, porque sectores de la población reclaman que los responsables del peor desastre económico que registra la historia de la República, dejado por la administración del gobernante Partido de la Liberación Dominicana respondan por ante los tribunales.
Aquí hay una sociedad civil empoderada, reclamando explicación al reducido círculo de políticos que fueron al estado, salieron con los bolsillos llenos y hoy no pueden justificar la abundancia que exhiben.
Estos señores abrieron una tronera de más de 200 mil millones de profundidad, embargaron al país y llenaron sus árganas de papeletas y hoy, a golpe de impuestos, se la cobran a los que nada tienen.
Esos mismos señores, fueron los que una vez dividieron el país en dos: “entre corruptos y peledeistas”, publicaron álbumes de corrupción y hoy no saben decir cómo han conseguido tantas riquezas.
La ciudadanía está exigiendo a los peledeistas el porque de la nada tanta fortuna, despampanantes palacetes, mansiones de lujos, avionetas, yipetas y por qué tan rápido y en tampoco tiempo dieron el brinco del gigante.
Ese “Nueva York Chiquito” que asombró a Leonel Fernández, quien al abordar un helicóptero observó la grandeza de su gobierno convertida en enormes edificios, lujosas vías y apartamentos, tendrá que ser explicado al pueblo que lo está demandando, porque la ciudadanía no está dispuesta a pagar el precio de un espectáculo del cual no participó.
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