Entre olvidadizos y desmemoriados transita la ingratitud
POR ALEJANDRO SANTANA
El día 12 de enero, será la fecha de recordación del terremoto que en el 2010 destruyó al vecino país de Haití, pero ese mismo día 12 se convirtió en la fecha que los dominicanos debemos recordar el desplante del Alcalde de Lemonade, cabo haitiana, donde el pueblo dominicano construyó una Universidad con un costo de treinta millones de dólares y se le borro el nombre del profesor Juan Bosch al auditorio, retirándose también la foto de este ilustre dominicano.
Pero el desplante no viene solo porque se le haya quitado el nombre del profesor Bosch y retirado su retrato, sino porque además, le pusieron el nombre a esa alta casa de estudios de alguien que para ellos puede ser un patriota, pero para los dominicanos es un criminal, porque el solo mencionar su nombre nos da pesadilla.
Henri Cristophe, es de muy triste recordación en esta parte de la isla, asesinó una gran cantidad de niños y mujeres mayormente, sembrando el luto y el dolor entre nosotros y aunque hayamos olvidado ese episodio luctuoso, debió primar el respeto a un pueblo que hace la mejor donación a un país desvastado.
Pero la ingratitud es el mayor don de los desmemoriados y olvidadizos; estoy de acuerdo que la intelectualidad haitiana no quisieran el nombre del profesor Juan Bosch, porque políticamente fue un hombre radical que no se andaba con media tinta a la hora de juzgar los hechos luctuosos cometidos tanto por dominicanos, como por haitianos.
Pero Bosch no solo fue radical en contra de genocidas haitianos, también lo fue contra malos dominicanos y una muestra de esa posición la vivimos los dominicanos cuando se distanció de su discípulo mas aventajado, el doctor José Francisco Peña Gómez a quien a partir de ahí le dirigió los peores epítetos.
En esa parte, de la designación del nombre de Bosch al auditorio de esa universidad parece que fue consensuada entre el presidente haitiano y el dominicano, no entre la intelectualidad de ambos países y por eso ese agravio que nuestras autoridades debieron rispotar, impidiéndole a los haitianos que le pusieran el nombre de su patriota haitiano que para nosotros es un criminal.
Pero no ocurrió así y ya algunos intelectuales dominicanos han reaccionado indignados con nuestro presidente que cuando se dio cuenta del desplante debió sencillamente marcharse del acto de inauguración.
Personalidades como don Álvaro Arvelo, han criticado la pasividad de nuestro presidente y autoridades que escucharon el discurso del Alcalde de Lemonade y ni siquiera se inmutaron.
Es verdad que la isla es única e indivisible, pero lo es geográficamente, compartimos áreas de ellas, pero culturalmente, políticamente somos diferentes, unos mas desarrollados que el otro, unos mas intelectuales que los otros, pero nosotros llegamos primero a esta isla y ellos son fruto de una mala desiciòn humanitaria.
Pero andamos entre desmemoriados y olvidadizos, que su ingratitud no les deja ver que el mejor aporte a ese pueblo hermano lo hemos hecho nosotros, porque el regalo mas significativos que se le puede hacer a una sociedad es una universidad porque esta significa mas que una casa o una ración alimenticia.
Y es mas significativa porque desde la universidad se forma a las personas que engrandecerán esa nación, que aportarán al desarrollo de esa sociedad y cuando eso se logra no hace falta que le regalen un pescado, porque estarán en condición de saberlo pescar.
Sin quererlo, nuestro presidente y el presidente haitiano han abierto un gran debate entre intelectuales de ambos países y los haitianos tienen buenos intelectuales que estarán refutando con altura y alegatos certeros los acuerdos a que llegaron esas dos figuras sin consultar a ambos sectores.
Estoy seguro que si se hubiera escogido el nombre de José Francisco Peña Gómez hasta para la universidad, los haitianos lo hubieran aceptado gustosos porque hubieran entendido que se honraba aun hermano de sangre y excelente líder político dominicano porque aquí fue que se formó y la constitución haitiana es precisa y clara con relación a la ciudadanía de su gente aunque hayan nacido en otros países.
Claro que este triste episodio no impedirá que los dominicanos sigamos haciendo nuestros aportes al vecino país a sus nacionales, a quienes tenemos entre nosotros y entre ellos tenemos contabilizados a unos 35 mil estudiantes que cursan carreras en varias universidades.
Ahora tenemos claro que los haitianos deben ser los actores principales de la reconstrucción de su país y que sus niños deben ser formados en su natal para que tengan más amor por su tierra, su patria y sus valores y sean una mejor sociedad, formada por gente que respete el medio ambiente y ame su patria.
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