Periodismo militante.
A finales de los 70s, Gabriel García Márquez prometió no escribir ficción mientras no cayera Augusto Pinochet. Se dedicó entonces a recorrer el mundo y a escribir reportajes para Alternativa, la desaparecida revista colombiana de izquierda de la cual era uno de sus fundadores.
Para fortuna de los que amamos su literatura, García Márquez rompió su promesa en 1981 con la publicación de Crónica de una Muerte Anunciada, un bello mecanismo de relojería narrativa.
De sus años de ausencia de la literatura quedó Periodismo Militante, una recopilación de reportajes sobre Angola, Vietnam, Nicaragua y, sobre todo, Cuba (luego ampliada y publicada bajo el título Por la Libre).
En esos reportajes el escritor no oculta sus malquerencias y -sobre todo- sus querencias: los gobiernos revolucionarios y "anti imperialistas", en especial los latinoamericanos.
En otra entrada a este blog, argumenté que en el periodismo actual -en especial el digital- observo con preocupación un regreso a la época en que no había diferencia entre noticia y comentario.
Ponía como ejemplo lo que ocurre en Estados Unidos con la cadena Fox, que tiene una agenda política clara (anti Obama y pro republicana), que permea su información.
Periodista de la BBC
Para hacer un periodismo apasionado e imaginativo no es necesario dejar de ser imparcial.
Pero el asunto vas más allá de un retorno a los años en que no existían las páginas de opinión: se trata de periodismo militante, es decir, que de manera abierta apoya una causa o una visión del mundo.
Se puede argumentar que siempre ha sido así, que detrás de los reclamos de imparcialidad de los grandes medios de comunicación se esconde una postura política.
En muchos casos eso es cierto, pero una cosa es romper un compromiso de imparcialidad y otra muy diferente hacer un periodismo deliberadamente militante.
Ampliaremos este trabajo,
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