POR ALEJANDRO SANTANA
Hay letreros, con faltas de ortografía, y cuando los vemos, entendemos que quien lo escribió no conoce las reglas gramaticales.
Pero si ese letrero es escrito por un profesor de gramática o literatura y que lo haya colocado en la puerta de su casa, es como para reflexionar.
Y si es un periodista que lo escribe, quien desconozca la labor de ese profesional, podría situar el posible error en torpezas en el teclado.
Pero ocurre que en este caso, el profesor ni el periodista están errados, están destacando una realidad. ¡No hay Bacante!.
Para un periodista no solo es noticia un hecho de sangre, las próximas elecciones, la huelga que se efectuara, un accidente, también pudiera ser un simple charco de aguas negras, frente a una escuela donde hay una matricula de 60 infantes.
Para el profesor que escribió ese anuncio, que fue un mexicano que impartía gramática y literatura en una prestigiosa Universidad, fue a manera de apreciar como andaban sus estudiantes en los conceptos de la enseñanza.
Lo coloco en la puerta de su casa, que estaba muy cerca de la Universidad y que era el paso casi obligado de decenas de sus alumnos.
El letrero se hizo muy popular, se convirtió en la burla de muchos que entendían era una falta muy grave de ortografía, cometida por ese profesor.
Pasaron varios meses, y llego el tiempo de los exámenes y este puso a sus alumnos como prueba, descifrar el susodicho letrero.
La mayoría lo destaco como una falta muy grave, mas por haber venido de un profesor que como el era calificado de muy capacitado.
Solo un estudiante, interpreto el letrero en su justa dimensión,(mujer que en la antigua Roma estaba consagrada al culto de Baco, (Dios del vino).
Mujer que participaba en bacanales, definida también por el diccionario de sinónimos como mujer, descarada, desvergonzada, voluptuosa, libertina, impúdica, desenfrenada, en buen dominicano meretriz, prostituta.
Cuando asocio este tema con el ejercicio del periodista, lo hago porque muchos entendemos que solo debemos hablar de las desigualdades, de la destrucción de un busto, del accidente de un motorista, ver con ojos de ciegos que por nuestras calles pululan muchos enfermos mentales y no hacemos nada para obligar a nuestras autoridades a ubicarlos en lugares adecuados.
Pero tan poco dimensionamos el pequeño charquito de aguas negras que hay frente a una escuela inicial, con una significativa matricula de niños en sus aulas y que cada día están expuestos a contraer algún virus.
Tanto el profesor como el periodista no solo deben destacar que el abecedario tiene 28 letras y que las noticias importantes son las de muerte y robo, el profesor debe recomendar a sus alumnos un buen libro.
El periodista no solo debe destacar hechos acaecidos, debe identificar la vulnerabilidad y saber contar la historia, una historia bien contada es tremenda noticia.
La próxima vez que vea,”no hay vacante”, o que no hay bacante, asócielo en su justa dimensión, por favor.
En el 1981 ese tema fue puesto como tarea en la Escuela Nacional de Locución del profesor Otto Rivera
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