SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- Los partidos políticos minoritarios, que en la actualidad son 24 si se incluye al deteriorado Partido Reformista Social Cristiano (PRSC),conforman un controversial paraje en el organigrama político dominicano. Diversos, como ellos, son los motivos: los recursos públicos que reciben, el aporte que hacen -o no- al debate de las ideas políticas y a la construcción de la democracia, las características de su propio funcionamiento interno y los símbolos que, a veces, representan.
7dias.com.do hizo el ejercicio de analizar, con la profundidad que la información disponible permite, algunos de estos aspectos.
La primera cuestión, y probablemente más debatida, es la del financiamiento público. Desde 2006 a la fecha el Estado dominicano ha destinado cerca de RD$7, 167 millones a financiar partidos políticos y, de esos, más de RD$1,501 millones se han otorgado a partidos que hoy en día pertenecen al grupo de los minoritarios.
Aunque los votos obtenidos son el primer criterio considerado en la legislación vigente para la asignación presupuestaria, esto no siempre significa que la distribución de los fondos será proporcional a la cantidad de votos favorables ni evita que un partido pequeño disponga de un presupuesto que le quede grande. Al menos proporcionalmente.
Tal es el caso del PRSC, que siendo minoritario, por haber logrado el 5.87% de los votos válidos, disfruta del mismo presupuesto que los mayoritarios Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y Partido Revolucionario Dominicano (PRD): desde las últimas elecciones, nada menos que RD$214.7 millones al año.
Esta distorsión también se puede ilustrar comparando al PRSC con el MODA, que fue la cuarta organización con más votos en los últimos comicios. Este movimiento obtuvo una cantidad equivalente al 34.5% de los votos que consiguió el reformismo, pero en materia de presupuesto, cada año le correspondenRD$14.5 millones, que equivalen solo al 6.7% del presupuesto asignado al partido rojo.
De hecho, el presupuesto que tienen los reformistas, con su reducido 5.87% del electorado, supera en un 25% la suma de las asignaciones que reciben todos los demás partidos minoritarios, con cerca del 15% del favor de los votantes. La relación exacta es de RD$214.7 millones rojos frente a RD$161 millones que reciben los 23 partidos más pequeños con financiamiento público.
Los datos indican que la desproporción es la norma y hacen referencia a una injusticia evidente. Pero esto es política, no materia fiscal.
Si la lectura se hace uniendo a todos los pequeños en un solo grupo los resultados siguen siendo un indicador de desbalance o ausencia de “justicia presupuestaria”. De ese modo encontramos que los partidos minoritarios obtuvieron el 20% de los votos (incluyendo al PRSC) y gestionan anualmente un presupuesto de RD$375.7 millones que equivale al 47% del presupuesto total entregado a los partidos. Desde este punto de vista el sistema es injusto con los mayoritarios PLD y PRD, que juntos consiguieron el favor del 80% del electorado, pero reciben el 53% de los fondos.
El PRSC, que es pequeño en apoyo y gigante en presupuesto, funge como el mayor distorsionador. Si se excluye, la abismal brecha se reduce: los 23 partidos que de manera individual no alcanzaron el 5% de los votos consiguieron, entre todos, el 14.25% de los sufragios y recibieron el 20% de los recursos.
Los datos indican que la desproporción es la norma y hacen referencia a una injusticia evidente. Pero esto es política, no materia fiscal. En este escenario, la proporcionalidad perfecta tampoco garantizaría un sistema de financiamiento público más justo.
La diputada Guadalupe Valdez, del partido minoritario Alianza por la Democracia, explica que esto supondría un mayor peligro para los partidos pequeños e incluso para la democracia, debido a que fortalecería un “círculo vicioso” que ya existe: los pequeños, por pequeños, tienen pocos recursos y menores posibilidades de agenciarse electores y garantizar su propia existencia. Y, con destacables excepciones, las propuestas políticas no nacen grandes.
Una mejor opción, a su entender, sería “un sistema con criterios más cualitativos para la distribución de los recursos”; pero esto abre la puerta a un nuevo espacio de debate: ¿cómo determinar si un partido es un parásito político o una auténtica opción electoral, con verdadera vocación de servicio social y para el ejercicio del poder?
Emitir una sentencia conclusiva sobre las distintas organizaciones políticas, respondiendo a esa cuestión, sería una tarea difícil. Incluso con respecto a las minoritarias, y pese a que quizás no sean tan ricos en diversidad como en número.
Aun así, existen indicadores que se pueden considerar. El politólogo Rafael Toribio señala algunos, destacando la presencia individual en la boleta electoral y la edad y el progreso en el favor electoral.
Bajo una sombrilla muy ancha
Si se considera el primer criterio, son muchos los que entran en la categoría de partidos parásitos porque llevan varias elecciones participando aliados a partidos mayoritarios, de modo que se puede establecer que no representan una opción política diferente ni auténtica. Algunos nunca, desde su nacimiento, se han presentado solos en unas elecciones.
Estos partidos, por sus trayectorias de alianzas, dejaron de ser o nunca fueron -en el caso de algunos muy jóvenes- una propuesta política distinta o necesaria. Al menos en el ámbito de las elecciones presidenciales.
Bajo estas características se puede citar a organizaciones como el MODA, el Bloque Institucional Social Demócrata (BIS), el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), el Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano (PQDC), la Unión Demócrata Cristiana (UDC), EL Partido Humanista Dominicano (PHD), la Fuerza Nacional Progresista (FNP), el Partido Cívico Renovador (PCR), el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), el Partido Popular Cristiano (PPC), el Partido Acción Liberal (PAL), Alianza Social Dominicana (ASD), el Partido Socialista Verde (PASOVE), el Partido Unidad Nacional (PUN), el Partido Demócrata Institucional (PDI), el Partido Liberal de la República Dominicana (PLRD) y el Partido Demócrata Popular (PDP).
Estos partidos, por sus trayectorias de alianzas, dejaron de ser o nunca fueron -en el caso de algunos muy jóvenes- una propuesta política distinta o necesaria. Al menos en el ámbito de las elecciones presidenciales.
Por su parte, el PRSC, que participó solo en ring electoral hasta 2008 (cuando sacó menos del 5% de los votos), ha sido un sistemático aliado del PLD en los últimos años, aunque ahora una parte de su dirigencia aspira a romper el lazo que lo ata al partido morado.
También es relevante el caso de Partido Revolucionario Independiente (PRI), que pese a que en 2004 y 2008 fue solo a los comicios, el partido fundado por Jacobo Majluta no participó en las últimas presidenciales por desacuerdos internos.
Aunque estuvo ausente, no hay que suponer que pudo encarnar una propuesta distinta dado que su conflicto arreció precisamente porque los dos dirigentes principales decidieron apoyar a partidos mayoritarios distintos: Julio Jiménez llamó a la militancia del PRI a votar por el PLD mientras Trajano Santana procuraba que sus seguidores favorecieran al PRD.
Algo similar ocurrió con el Partido Nacional de Veteranos y Civiles (PNVC), que lleva dos elecciones presidenciales fuera de competencia por conflictos internos. En las congresionales de 2010, aliado al PRD, ganó un diputado al Parlacen.
En el caso del Movimiento Independiente Unidad y Progreso (MIUP), que nació en 2009, participó aliado al PLD en los últimos comicios, pero de manera individual tuvo una participación destacable en las municipales de 2010.
Juzgando por este criterio, solo cuatro partidos minoritarios han conformado opciones electorales diferentes a los mayoritarios PLD y al PRD en los últimos años: Alianza País (que perdió su reconocimiento oficial en las últimas elecciones), Dominicanos por el Cambio, Frente Amplio y Alianza por la Democracia. Conforman apenas el 16% del florecido universo de partidos pequeños dominicanos.
De este modo, aunque los contribuyentes financian a 26 organizaciones, a la hora de acudir a las urnas solo tienen seis opciones. Veinte partidos se cobijaron bajo las sombrillas del PLD y el PRD en 2012. En buen dominicano es justo llamarle “el negocio del capa perros”. O injusticia, como dice Rafael Toribio, que implica un mayor peso social: “Siempre van aliados.Nunca se sabe si tienen el favor de los ciudadanos que les dieron sus firmas para ser reconocidos. Y creo que eso es tremendamente injusto en un sistema de partidos políticos en el que hay financiamiento público. ¿Por qué financiar a un partido político, grande o pequeño, que no va a unas elecciones de manera individual?”, reflexiona el especialista.
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