Un revolú teórico filosófico ha marcado el enredo conflictivo del Comité Político del PLD, que como una espiral destructiva ha venido corroyendo sus estructuras orgánicas, y, hoy; las del Estado, sus instituciones y el sistema de partidos. En este plan de reforma reelección, todo parece encaminarse a minar el sentido de respeto hacia norma alguna y, más que todo, a las bases ético moral de la sociedad dominicana. Corrompiéndolo todo sobre la fórmula indecente del mejor pregón: 10 millones, 15 millones, tantas senadurías, x diputaciones y quién sabe, cuántas alcaldías. Sin perder de vista, por supuesto, el anticipo económico que como ración de boa, asegura la compraventa de la reforma constitucional para la reelección de Danilo Medina.
Los genios de palacios que han remplazado el partido y su dirección del entorno de Danilo Medina, advirtieron sin tapujo o rubor alguno, que la reformar y la reelección era indetenible, que como una bola de nieve arrastraría a su paso todo cuanto fuera necesario, usando los medios y recursos a que haya que apelar, sin importar su costo político, económico o moral. Haciéndolo con menos escrúpulos que otros y como nunca se había hecho: avasallando, aplastando, comprando y desacreditando toda oposición razonable democrática. Destruyendo a su paso como tromba totalitaria, todo viso de disidencia y derecho democrático en el congreso, los partidos, incluyendo el suyo, y, la sociedad de manera general.
El odio volcado hacia Leonel, es la fuerza reeleccionista que hoy avasalla de forma irracional el Estado y su constitución, el sistema de partidos y la democraciaEl pasado 25 de mayo en esta misma columna reflexionábamos, que el sentido ético y moral de un ejercicio de gobierno marcado por la moralidad y la decencia, indica que sólo bajo el impulso corruptor, autoritario y antidemocrático, era posible imponer una reelección de Danilo Medina en las actuales circunstancias.
No había formas matemáticas o lógicas y, mucho menos morales, para obtener los votos necesarios que hiciesen posible la no deseada reforma-reelección constitucional, aprobada el pasado viernes, proclamada el sábado inmediato y, celebrada en el día de hoy con invitación selectiva y de lujo; en el marco, todo ello, del estricto sentido de la integridad y la honestidad parlamentaria, integridad esta que rodó como coco rancio por los pasillos del honorable congreso dominicano.
Al devanar los entresijos de la trama reeleccionista, hemos descubierto que el plano profundo y superficial de corrupción y autoritarismo que ha servido de soporte a todo este proceso vicioso reeleccionista, solo se iguala con el estilo, el método y cultura trujillista de gobernar y ejercer el poder.
La alianza, convergencia, compromiso estratégico de Danilo Medina para lograr la modificación-reelección constitucional o como le quieran llamar, al conjugar las fuerzas y razones de macos y cacatas, sólo tiene un punto de comparación en la historia política de la humanidad; la realizada por el cabo del ejército y fundador del partido Nazi Alemán el fascista Adolfo Hitler, que logró una alianza impensable en 1933: “Hitler colocó al Partido por encima de la Constitución. Tal como lo dice el autor de Inside Nazi Germany, La estructura política del Tercer Reich – como empezó a ser llamado el Estado Nazi -, establecida en el año 1933, fue una alianza de empresarios y sectores de la vieja élite política (particularmente del Ejército) con los líderes nazistas…. La llamada revolución nacional reemplazó al sistema pluralístico que se basaba en el consentimiento de fuerzas sociales y políticas divergentes (e hizo el reemplazo) con un nuevo sistema de hegemonía que se basaba en la exclusión inmediata de toda influencia política” (El Estado, sus orígenes y desarrollo, Juan Bosch, Editora Alfa & Omega, pág. 304)
Al inicio de estas reflexiones recordaba el duelo silencioso a muerto que desde 1996 a raíz de la famosa sentencia o declaración filosófica de Leonel Fernández de que “no entendimos las bases filosófica del nuevo camino,” agravada en el amor propio de Danilo Medina con la segunda, en el año 2000, con “el no entendemos la derrota porque no entendimos la victoria”. Son las razones por las que las fuerzas Danilistas con odio y venganza, responsabilizan y culpan a Leonel de la derrota del 2000. Entienden que sus dudas entre la gratitud a Balaguer y la lealtad al compañero, provocaron el 26 % de Danilo Medina en las elecciones nacionales de 2000. No le perdonan y le están cobran este hecho sin piedad ni compasión amarrando los vientos que soplaban.
Le aplicaron al leonelismo, lo que Hitler hizo al ala socialista del partido nazi por el auge y la fuerza independiente que venía tomando. Asesinó a traición a sus compañeros del partido nazi el 30 de junio 1934 en un hotel, mientras disfrutaban sus vacaciones, en lo que se conoce como la noche de los cuchillos largos. Danilo y el danilismo relativista, no perdonan que Leonel que haya tomado como pretexto para no darle un apoyo militante, la deuda con Balaguer en el 96 y el Frente Patriótico y su participación, de Balaguer, en las elecciones de 2000, en la que Danilo fue derrotado por Hipólito Mejía.
El odio volcado hacia Leonel, es la fuerza reeleccionista que hoy avasalla de forma irracional el Estado y su constitución, el sistema de partidos y la democracia y, la armonía, existencia, permanencia e institucionalidad del Partido de la Liberación Dominicana.
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