Un
grupo de la Iglesia Anglicana hizo un llamado para que sus servicios
religiosos se refieran a Dios como "ella" y ya no aludan al ser superior
sólo como un "él". La cuestión del género de Dios se remonta al
cristianismo primitivo, según escribe Stephen Tomkins.
La Iglesia cristiana siempre ha tenido un pequeño problema con el género de Dios.
Dios no tiene uno, pero tal y como lo demuestra ese llamado, es difícil hablar sobre Dios sin darle un género.
Para referirnos a Dios tenemos que llamarlo "algo", y evitar por completo los pronombres es engorroso.
"Eso" parece un poco rudo, hablar como si Dios fuera una fuerza impersonal como la gravedad o la inflación. Así que Dios tiene que ser "él" o "ella"... y en una sociedad patriarcal no se hizo concurso para escoger.
Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "Dios no es ni hombre ni mujer: él es Dios".
Alguna vez Dios fue mujer
Otros grupos cristianos han ido más allá. Una iglesia en Siria en el siglo III parece que tenía la costumbre de orarle al Espíritu Santo en términos femeninos.
Uno de sus libros sagrados, "Hechos de Tomás", dice que Santo Tomás oraba antes de la comunión: "Venga, ella que manifiesta las cosas ocultas y que hace puras las cosas indecibles. Venga, la madre oculta. Venga a comunicarse con nosotros en esta eucaristía".
Otros grupos gnósticos o místicos cristianos de la Iglesia primitiva fueron más allá del cristianismo convencional creyendo que Dios tiene muchas emanaciones, tanto masculinas como femeninas.
Las femeninas incluyen espíritus llamados Aletheia (Verdad), Zoe (Vida), Spiritus (Espíritu), Ecclesia (Iglesia) y Sophia (Sabiduría). El universo llegó a existir a través de Sofía -aunque los gnósticos consideraban esto como una mala decisión- y al final de los tiempos ella se convertirá en esposa de Cristo.
Los gnósticos fueron bautizados -de acuerdo al rival católico Ireneo- con las palabras: "En el nombre del Padre desconocido del universo, en la Verdad, la madre de todas las cosas".
Aunque esto tiene mucha distancia con la perspectiva de la Iglesia establecida, es totalmente aceptado por ella que la escritura cristiana también haya visto un lado femenino de Dios.
Julian de Norwich, una monja de clausura y mística inglesa del Medioevo, en sus "Revelaciones del amor divino" del siglo XIV dice: "Así como Dios es nuestro Padre, Dios es también nuestra Madre".
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