La brasileña que no siente dolor y se quedó dormida al parir


  • 5 mayo
     
Fue a los 7 años, cuando se rompió el tobillo, cuando los médicos se dieron cuenta de que Marisa de Toledo no sentía dolor.
Marisa de Toledo, de 27 años, tiene las manos cubiertas de cicatrices y ampollas.
En su primer parto, con cesárea, no necesitó anestesia y durante el nacimiento del segundo de sus tres hijos se quedó dormida.
A la vecina de Angatuba, en el estado de Sao Paulo, también le tuvieron que amputar un dedo del pie y se quedó sin sentido del gusto después de haberse quemado la lengua varias veces.
Y es que De Toledo sufre una rara condición: la insensibilidad congénita al dolor, también llamada analgesia congénita.


Se cree que el padecimiento afecta a menos de 50 personas en el mundo.
Y aunque a primera vista no padecer dolor podría parecer una ventaja, puede poner en riesgo la vida de quien lo padece.
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La brasileña le contó a BBC Brasil que fue su madre la primera en darse cuenta que había algo diferente en su hija.
"Me caí, me golpeé la cabeza... Una vez me hice un corte en la espalda. Pero mi madre nunca me llevó al médico. Sólo después de su muerte fui a ver a un doctor", recordó De Toledo.
"Cuado tenía siete años me rompí el tobillo y fue entonces cuando el médico me dijo que no sentía dolor. Andaba caminando normal. A pesar de que mi tobillo estaba hinchado, había caminado durante todo el día".

Pruebas

Como no se conoce del todo la enfermedad que padece De Toledo, ésta tuvo que salir de su ciudad para someterse a una serie de pruebas llevadas a cabo por los investigadores del Hospital Clínico de Sao Paulo.
Givanildo Aparicio de Toledo (izquierda) no supo de la enfermedad de su mujer, Marisa, (derecha) hasta el día después de la boda.
La mujer aún tiene sentido del tacto, pero su cerebro no puede transmitir las señales de peligro.
"Todavía no entiendo nada. No siento dolor y eso no es normal, ¿no?", preguntó. "Ir por ahí haciéndote daño, rompiéndote los huesos y sin sentir dolor...".
"Mi cerebro no envía señales, eso es lo que me dijo el médico. Una vez hasta me hicieron un examen en el que me tomaron un nervio de la pierna para ver qué era", dijo.
De Toledo puede sentir frío, pero no calor.
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"Siento que está haciendo calor fuera. Pero no siento el fuego o que el agua de la ducha está caliente", explicó.
Y relató: "Una vez, cuando tenía 10 años, me senté frente a una estufa de leña porque hacía frío. Estaba de espaldas y me estaban saliendo ampollas, porque me estaba quemando".

La familia

Su hermano, Reinaldo, de 33 años, también padece la misma dolencia. Sin embargo, sus otros dos hermanos no tienen dificultades para sentir dolor.
El joven recuerda cuánto se divirtió de niño, cuando trepaba a los árboles y no sentía dolor al caerse de ellos.
Otra de sus "proezas" de infancia era tocar la batucada sobre una placa caliente.
Por eso se ganó el apodo de "carne muerta".
Marisa tuvo a Raiane (en la imagen), su primera hija, con cesárea y sin anestesia.
Pero no todo se reduce a inconscientes juegos infantiles.
Tiene una pierna amputada porque una infección le fue diagnosticada cuando ya era demasiado tarde.
Hoy vive con su hermana, Marisa, el marido de esta, Givanildo Aparicio de Toledo, de 38 años, y los tres hijos del matrimonio: Raiane, de 9 años, Noemi, de 7, y Matheus, de 3.
El padecimiento de los hermanos es genético, pero ninguno de los hijos de Marisa lo heredó.

Prejuicios

El marido de Marisa, Givanildo, aseguró a BBC Brasil que cuando se casó no sabía de la enfermedad que padecía quien iba a ser su esposa.
"No lo supe hasta el primer día de casados", afirmó. "Tras la ceremonia volvimos a casa. Marisa estaba cocinado algo en una sartén. Y como no tenía paño de cocina, agarró la sartén con la mano (sin protección)", relató.
"Corrí y coloqué su mano en el fregadero, bajo el agua fría. El mango le había quemado en profundidad la piel de la mano y le dije que nunca había visto nada igual. Había piel suya pegada en la sarten", contó.

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