POR
ALEJANDRO SANTANA
La
delincuencia es un mal de esta sociedad y
los ciudadanos piden a voz en cuello que se combata a los delincuentes, que se
aumenten los controles de seguridad, pero nunca han pedido que se mate a los
delincuentes.
Nadie tiene
esa potestad, ni policía ni ciudadanos están llamado a matar a ningún
delincuente, la Constitución es clara en
la garantía de los derechos de cada uno de nosotros.
Las leyes
también hablan claro sobre ese asunto, todo ciudadano acusado de algún delito
tiene el derecho Constitucional de ser juzgado.
Y se habla
de que ese juicio debe ser público y contradictorio, donde el imputado tenga
derecho a una defensa que si no tiene los medios para costearla, el Estado
estará en obligación de proporcionársela.
Nuestro
código procesal penal, tiene siete componentes para aplicar conforme a la
gravedad de cada caso en la instancia de la medida de coerción.
La policía
Nacional juega un papel muy importante como auxiliar de la justicia, Ministerio
Público en este caso, pero esa importancia no le da calidad para ejecutar o
matar en enfrentamiento a ningún delincuente.
Pero lo
matamos y con ello entendemos que hacemos lo correcto, pero no es así y en el afán por aplicar la lógica de acabar con la rabia que sería
matando al perro cometemos un gran daño.
Encubrimos a
los cómplices de esos delincuentes, es posible que hasta sus jefes que los
envían a matar o a asaltar, secuestrar y hacer todo tipo de acciones.
Es decir que
matamos a quienes reciben las ordenes de matar por encargo, de robar, atracar y
crear desestabilización y no llegamos a sus cómplices y jefes que se buscarán a
otros delincuentes para que sigan en las acciones encomendadas.
Matar pura y
simplemente a delincuentes, no nos resuelve el problema de la delincuencia, no
nos libra de las acciones que muchos mandan a realizar y por las cuales pagan
a jefes de sicarios.
En el mundo
de las drogas cuando alguien no le sirve a un jefe de capo negocia su entrega a
las autoridades, enviándolo a una acción y los delatan pura y simple, así se
mueve también el mundo del crimen.
Por lo que
se entiende que matando a los asesinos a sueldos, a los encargados de
desestabilizar, no logramos nada, encubrimos sin proponérnoslo.
Lo más
correcto sería aplicar lo que dice la ley, apresar a los que cometen atracos,
robos y desestabilizan, investigarlos y llegar a los que organizan esas
acciones.
Cuando así actuemos,
veremos los frutos de la lucha desesperadas que libramos en la actualidad en la
erradicación de los males que como
sociedad estamos sufriendo.
Matando a
los que delinquen no nos garantiza que
estemos haciendo una labor loable a favor de la sociedad por el contrario,
estaremos agrandando la distancia que existe entre lo justo y lo correcto y acercándonos a la condición de asesinos armados o policías
con licencia para matar.
Reflexionemos,
la sociedad quiere resultados, pero resultados sabio apegados a las leyes,
matando no vamos a corregir nuestros
males hemos contribuido a cultivar por las desigualdades sociales en
que el Estado se desenvuelve.
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