POR ALEJANDRO SANTANA
Siempre he escuchado decir que un decreto Presidencial no se
rechaza y que a un presidente no se le renuncia, pero peor aún, se tiene como
estupidez salirse de un partido mayoritario y más aun si está en el poder.
Parece una lógica incuestionable, de donde hay bienestar
nadie se va, pero hay situaciones que los que están mirando de fuera solo ven
lo rosado y partiendo de esa visión
critican a quienes renuncian para irse
en la mayoría de las veces a otros partidos pequeños.
Los grandes partidos en esencia no necesitan a ningún
disgustado, porque al fin y al cabo solo se van ellos, casi nunca se llevan a
un grupo significativo de militantes y se entiende que irse a partiditos no tendrán
posibilidades de triunfo en sus aspiraciones.
Esos son razonamientos lógicos, pero cuál es la percepción
de la gente de fuera con esa situaciones que se están dando con más regularidad
en el seno de los partidos mayoritarios como el PLD y PRD, la percepción es que
dentro de las filas de esas organizaciones se falta el respeto a militantes con escasos recursos
económicos para sustentar unas aspiraciones, que ya no se otorgan por liderazgo sino por dinero.
En las primarias recién finalizadas en el PLD se puso de
manifiesto que el dinero importa mucho a la hora de la escogencia de candidatos
a cargos electivos, que el dinero es la carta de presentación para unas
aspiraciones, que el de escasos recursos no va para ningún lado.
Es así aunque se pretenda negar, y ha venido siendo de ese
modo desde que el voto ha dejado de ser de conciencia, ya no se escoge a los
verdaderos representantes del pueblo, ya no se escoge a los más morales, ya no
se escoge a los de vinculaciones sociales comprometidos con el desarrollo de
sectores.
En todo esto hay un culpable, el mismo político que ha
venido engañando al electorado que sólo lo ha utilizado para arribar a los
puestos y el votante consciente de esto o desilusionado con esa situación le ha
puesto precio al voto, lo malo de todo eso es que un voto puede costar desde
una funda con la ración de un día, 300 o 500 pesos y quien no cuenta con esos
soportes no tiene ninguna posibilidades.
Hay desilusión entre los votantes, entre militantes y
compañeros que viven reaccionando amargados porque un candidato que lo buscó en campaña luego de
haber ganado lo suelta en banda y ahí viene las amarguras y en las próximas elecciones
le preguntan, cuánto me das para darte mi voto.
El precio del voto ha generado que quienes ascienden al
poder no tengan compromisos con sus seguidores, pues entienden que pagaron sus
servicios.
Eso se ha convertido en un peligro en nuestro país, eso a
permitido que personas con muy malos antecedentes hayan llegado a los partidos y se hayan colocado en los lugares de
donde se pueden colar como los candidatos a cargos electivos.
Y qué pasa con eso, pasa que tendremos más actos de corrupción,
más disgustos entre la población y entre los verdaderos políticos con principios
que ven sus posibilidades opacadas por quienes no hacen nada a favor de los
sectores, pero que se siguen colando como los candidatos a cargos electivos
donde en ocasiones llevan dos periódicos y no han hecho nada, pero el dinero es
su aval.
Muy peligroso por lo que se debe hacer una cruzada de
concientización a lo interno de los miembros de los partidos que tienen el
poder del voto para primero seleccionarlos como los candidatos a cargos
electivos.
Segundo iniciar esa misma campaña de concientización en el
seno del pueblo a ver si se logra que la gente a la hora de sufragar lo haba
por propuestas concretas no por la funda, los 300 o 500 pesos que al fin y al
cabo son una burla a la necesidad del votante.
Por eso se van muchos militantes serios y honestos de los
partidos en busca de oportunidad de llegar a ser seleccionados primeros y luego
tratar de ganar el voto de unos votantes que cada vez mas creen menos en los políticos .
Debemos cambiar, el pueblo debe cambiar, se debe retornar a
los años en que los buenos valores adornaban a candidatos que el voto de
conciencia retorne a la propuesta política electoral, que se entienda que quien
nos da la fundita o el dinerito realmente no es un líder, pero mucho menos la
persona que desde el Congreso, desde los ayuntamientos nos haga leyes para
beneficios o desde los ayuntamientos nos solucionen problemas comunitarios.
Y que los partidos entiendan que sus mejores hombres no son los que tienen más dinero, sino los
que han demostrado con el trabajo con el ejemplo que son los verdaderos
líderes que están dispuestos a
sacrificarse por el pueblo, que los mejores no son los que tienen más dinero,
los que están en capacidad de sufragar una campaña sin la ayuda del partido,
que sus mejores activos sean los verdaderos líderes comunitarios.
Cuando así se haga nadie se marchará de su partido para
buscar en otro lo que en franca violación a principios y estatutos se le está
negando por no tener los recursos, cuando esto se haga de ese modo entonces si
se renunciara de los puestos, se rechazará un decreto y tendremos a mejores ciudadanos
dirigiéndonos.
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