Recordamos que, cuando
éramos niño, a principios de los años sesenta del siglo
pasado, pertenecíamos a una familia pobre. Nuestro padre, por motivos
ajenos a su voluntad, perdió su trabajo, al tener que cerrar la
industria de construcción en la que laboraba, por el fallecimiento de su
propietario.
No
fueron una ni dos, fueron muchas, las veces en que, después de pasarse
el día dando vueltas en busca del sustento diario para su familia, le
llegó la noche con las manos vacías. Allí conocimos lo que era el
chocolate de agua, sin leche, y gracias a Dios que toda la familia
cenábamos con diez centavos. Cinco panes a “chele”, tres de salchichón y
dos tablas de chocolate. Nuevamente dándole gracias a Dios, pues cuando
eso todavía había agua en las “llaves”, y no teníamos que comprarla.
Pero éramos una familia honrada.
Con
el transcurrir del tiempo. nuestro padre consiguió un empleo en el
Ayuntamiento del Distrito Nacional, y lo asignaron a trabajar en el
Teatro de Agua y Luz del Centro de Los Héroes. Ahí cambiaron las cosas,
y ya podíamos ver por lo menos dos, de “las tres calientes”.
En
aquel entonces se ponía música clásica todas las noches en “La Feria”,
la cual se escuchaba en vocinas colocadas en todos los edificios del
área. Le dieron la oportunidad a mi padre de hacer ese trabajo, por lo
que sus ingresos aumentaron a casi dos pesos diarios. Es cuando
entonces volvimos a ver las “tres calientes”. Pero seguíamos siendo una
familia honrada.
Unos
años después, los hijos del fenecido Ingeniero, dueño de la industria
de construcción donde laboraba nuestro padre, reabrieron la misma, y le
pidieron a mi padre que regresara a trabajar en ella, en donde laboró
hasta su muerte. Ya alli como Ingeniero de Planta fué designado Gerente
de Producción, por lo que sus ingresos le permitieron colocarse, junto
con su familia, en la clase media. Nuestro padre fué económicamente
superándose.
Recuerdo
su bicicleta aro 28, pues fueron muchas las veces que me llevó en su
barra, su motor, luego su carrito diseñado por él mismo con el motor de
una planta eléctrica, su primer vehículo, un Triumph Herald de dos
puertas que compró de medio uso a la National Rent-A-Car, y así
sucesivamente hasta que en la compañía donde trabajó hasta sus últimos
días le asignaron una camioneta Toyota Crown y luego una camioneta
Toyota Corolla. Y así se nos fué, dejando una familia honrada.
Pero
hoy día, ser rico, lo más pronto posible, se ha convertido en la meta
de todo ser humano que incide en la economía dominicana. Ya nadie quiere
ir a la escuela por doce años a prepararse para ingresar a una
uiversidad y estudiar una profesión determinada. Ya nadie quiere
pasarse entre treinta a cuarenta años trabajando, para luego, en la
edad madura, retirarse dentro de su nivel económico alcanzado.
Hoy,
desde joven, sin haberse sacrificado para adquirir conocimentos
intelectuales, y sin habilidades físicas para ser un atleta que en el
área deportiva pueda obtener un jugoso contrato, se quiere ser, no
solamente rico, sinó que se quiere ser millonario.
El
principal problema, en este afán de riquezas, se manifiesta en la
distorsión mental que afecta a miles de jóvenes que han crecido, en los
últimos treinta años, sin la orientación de padres responsables, ya que
la mayoría de ellos no los ha tenido, y por la vulnerabilidad del
Estado, que no les garantiza una buena educación ni una buena formación
moral, para asegurarles un buen porvenir, y ha lanzado a las calles a
esos jóvenes, que sin ninguna formación recurren a la violencia aunque
tengan que matar para robar. Frecuentemente, en nuestra sociedad
actual, se han visto los caso en que esos jóvenes recurren a la
disponibilidad de engancharse a policias y/o militares para poder
obtener un arma de fuego, y así cometer, respaldados por esas armas, sus
actos de delincuencia contra civiles desarmados y hasta contra otros
militares, a quienes despojan de sus armas de fuego reglamentarias
aunque tengan que matarlos.
“En
la política hay que afanar duro, y luchar y enfrentar a los que te
cierran el paso. No he podido llegar a ser firmado como pelotero; no
tengo voz para ser cantante, pero no es verdad que me quedaré pobre,
cuando tantos de mis amigos que se metieron a politicos, son peloteros y
son cantantes hoy son ricos.
Yo
seré delincuente, asaltante, y aunque tenga que usar la violencia, no
dejaré de hacerme rico”. Eso es lo que hoy está en la mente de muchos
de nuestros jóvenes ciudadanos. Esta forma de pensar de nuestros
jóvenes ciudadanos, sin lugar a dudas es la luz que nos arroja la
respuesta a lo que ha estado pasando con el incremento de la
violencia durante los últimos 20 años.
Es
indudable que el afán de lucro está cosquilleando el espíritu de una
gran parte de nuestros ciudadanos, y este cosquilleo está estimulado por
los grupos opulentos que se sirven de la cuchara grande con el uso de
los recursos del Estado, a través de la corrupción, la evasión de los
impuestos, los contrabandos en las aduanas, las concesiones de
importaciones en perjuicio de nuestros productores y las acciones
vergonzosas de muchos de nuestros funcionarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario