Los sureños se han creado muchas expectativas con el gobierno de uno de los suyos, Danilo Medina.
Esperan de él que, sensible a sus añejas necesidades, que las conoce bien, ayude como Presidente a resolverlas o, al menos, a atenderlas satisfactoriamente.
En verdad, sea o no el Presidente un hombre del Sur, la magnitud de esas necesidades relegadas reta a cualquier gobierno a demostrar voluntad y capacidad para acometerlas.
De ahí que entre los sureños, ahora, prevalezca una íntima alegría por el hecho de que el Presidente sureño está disponiendo obras de alta relevancia económica y social, como la construcción de la carretera Cibao-Sur, dividida en seis tramos para que igual número de empresas se ocupen de hacerla; la instalación de las plantas a carbón en Punta Catalina, Baní, que de entrada generará más de siete mil empleos, y las circunvalaciones de Azua y Baní.
Hay otras obras en curso, igualmente importantes, como la presa de Monte Grande y las infraestructuras en los entornos del lago Enriquillo, que transformarán radicalmente el estilo de vida y producción en esa zona, como jamás lo habían experimentado sus habitantes.
El presidente Medina comenzó a trabajar por el Sur desde el primer momento y estamos seguros de que, si por deseos fuera, no le faltarían los impulsos para realizar otras obras que contribuyan a desarrollar el turismo, la producción y el empleo, valores que ya otras regiones del país ostentan con orgullo.
Vale, entonces, que la hora del Sur haya llegado.
Esperan de él que, sensible a sus añejas necesidades, que las conoce bien, ayude como Presidente a resolverlas o, al menos, a atenderlas satisfactoriamente.
En verdad, sea o no el Presidente un hombre del Sur, la magnitud de esas necesidades relegadas reta a cualquier gobierno a demostrar voluntad y capacidad para acometerlas.
De ahí que entre los sureños, ahora, prevalezca una íntima alegría por el hecho de que el Presidente sureño está disponiendo obras de alta relevancia económica y social, como la construcción de la carretera Cibao-Sur, dividida en seis tramos para que igual número de empresas se ocupen de hacerla; la instalación de las plantas a carbón en Punta Catalina, Baní, que de entrada generará más de siete mil empleos, y las circunvalaciones de Azua y Baní.
Hay otras obras en curso, igualmente importantes, como la presa de Monte Grande y las infraestructuras en los entornos del lago Enriquillo, que transformarán radicalmente el estilo de vida y producción en esa zona, como jamás lo habían experimentado sus habitantes.
El presidente Medina comenzó a trabajar por el Sur desde el primer momento y estamos seguros de que, si por deseos fuera, no le faltarían los impulsos para realizar otras obras que contribuyan a desarrollar el turismo, la producción y el empleo, valores que ya otras regiones del país ostentan con orgullo.
Vale, entonces, que la hora del Sur haya llegado.
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