POR ALEJANDRO SANTANA
Hay cosas que uno ve todos los días a las que no le confiere ninguna
atención especial y por las tantas veces que esta frente a nosotros, se
convierte en algo familiar, y no se le da mente, como dicen.
A Barahona, en los años 60s, venia un camión de color verde a vender gas
para las lámparas. Kerosene de la compañía
SINCLAIR.
Ese camión venia todas las semanas, a la ciudad a vender el gas para las
lámparas, para las jumiadoras, a las que les decían ‘FURUFAS.”.
Como la carretera que daba acceso a esta ciudad desde la capital era muy
accidentada e irregular, el camión en cuestión había sufrido varias volcaduras
y tenia el aspecto de un gusano retorcido.
Habían sido tantos los vuelcos que estaba tan desviado que cuando tenía
el frente para la derecha, la parte trasera estaba a la izquierda, era un espectáculo
andante.
Nunca le di mente a la forma del camión, pero si al letrerito que tenia
al frente, bien legible, pero nunca interprete el significado del mismo.
Me 109 sito, cuantas veces lo vi., lo leí, pero no lo interprete, hasta
muchos años después, cuando pase del meridiano.
Fue un 24 de abril, en mi onomástico, cuando alguien me pregunto cuantos
años cumplía, que se me prendió el bombillito del entendimiento y pude
interpretar el letrero.
Le dije, cuantos cumplía, agregándole que me sentía como el camión del
gas que venia a la ciudad, ¿cómo así, me pregunto.
Le conteste que estando todo mal trecho, tenia un letrero al frente
encima del vidrio delantero que decía, me siento nuevecito,(me 109 sito).
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