POR ALEJANDRO SANTANA
Hay cosas que tienen su momento, algunas perduran para toda una vida, por ejemplo el estribillo que se escuchaba en esta ciudad entre los niños, alentando a un corredor de motos a levantarla y hacer piruetas.
Leonidas Román Ramírez Caraballo, joven nacido en la zona cañera, batey 3, hijo de un comerciante de ese lugar que llega a esta ciudad Barahona a los once años de edad.
A parte de los estudios, se dedico al arreglo de motos, motos de velocidad, llegando a adquirir tanta destreza que termino siendo el fabricante o adaptador de las herramientas para transformar las motos normales en motos de carreras.
Su vinculación con ese tipo de vehiculo, lo hizo ser el conductor, de mayor pericia, levantando en una goma, saltando obstáculos y salvar distancias en pleno vuelo.
Su fama creció tanto que en todos los barrios donde de repente se aparecía a alta velocidad, los chiquitines y otros no tan chiquitines le vociferaban eufóricamente, ¡Román levántalo, todos se divertían con las peripecias de ese corredor.
Para los de las calles, era la gloria del momento, para sus padres el gran dolor de cabeza al extremo que su padre busco consejo entre los amigos a ver de que manera podía quietarle el amor por la velocidad y las destrezas en salto y salvado de obstáculos.
El resultado del consejo de los amigos antes que hacer que Román sintiera miedo, lo hizo demostrar que no comulgaba con los presagios.
El padre tal cual le indicó algunos de los amigos, se compro un ataúd, con las medidas del hijo corredor y la llevo a la casa, se la mostró diciéndole, si sigues corriendo, vas a morir y te enterraremos en esta caja y como puede ocurrir en cualquier momento pues la tendremos a mano para no perder tiempo.
Antes que hacerlo sentir temor, la caja sirvió para que Román la usara para dormir las siestas en ella, para la época trabajaba en el ingenio Barahona y cuando salía a las doce, comía y se acostaba hasta la una y45 minutos la hora de entrada.
Varios años después al ver el padre que el ataúd no dio resultado, la devolvió a la funeraria donde la había adquirido.
Hoy se puede decir que Román es un hombre de éxito, se dedica al arreglo de gomas y tiene tres sucursales, una en San Juan de la Maguana y dos en Santo Domingo, en Villa Mella y la otra en la Charles de Gaulle.
Es sargento del EN, es el gomero de la Institución y ese servicio lo aporta de forma gratuita a la Defensa Civil y al Cuerpo de Bomberos.
Lleva 30 años de unión matrimonial con la señora Patria Matos González, tienen cinco hijos, tiene otro de una unión anterior que lo ha imitado en las carreras, pero con menos suerte que el.
A ese hijo lo identifica como \Ale púa, un corredor de motos, desafiante de la velocidad que hasta ahora tiene dos varillas de platino en las piernas y nueve tornillos producto de fatales accidentes.
Román y esposa. |
Pese a que Román nunca se accidento, hoy retirado, con bisnietos, siente terror a la velocidad y siente miedo cuando alguien le pasa por el lado a gran velocidad, no tiene moto, tenía una como recuerdo y con dolor se quito de ella debido a que su hijo menor estaba acariciando ese deporte del peligro.
Tiene gran conocimiento de las motos de carreras, refiere que en ocasiones van donde el para pedirle que corra una como prueba de su destreza, pero se niega, y agrega las conozco tanto que con solo oírlas acelerar, se que fallo tienen.
Nunca consumió alcohol ni cigarros, y hoy cero motos, tiene una bicicleta para ejercitarse, recorre distancias para mantenerse en forma a sus 60ños de edad, 19 y cuatro meses en el EN, y como Jovi es radioaficionado, su Q—R Z, es el Rey del Pinche.
Pese a la cantidad de trofeos ganados, conservaba muy pocos hasta hace cierto tiempo la mayoría de ellos los dedicaba a una novia y se lo regalaba, los pocos que conservo, ya no los tiene, pero ese es material para otro trabajo, pues encierran una gran anécdota, igual que su rival en las carreras de motos.
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