POR ALEJANDRO SANTANA
Anecdota
La expresión, ¡aquí en la lucha!, muchos la han usado para destacar una acción,
que puede ser la de estar trabajando, una meta, luchando para conseguir algo,
pero la persona de quien hablare, nunca estuvo luchando literalmente, pero
estaba “en la lucha siempre”.
Don Negro Suero, cuyo nombre de pila era Ángel Augusto, hombre de hablar
rustico de acuerdo a las vivencias contadas por allegados, pero de fina pluma.
Fue uno de nuestros escritores vernáculos, más florido en sus prosas y
muy fructífero en sus obras, de las cuales voy a referir, el gato boca arriba, y
Juan del Campo, catalogadas por entendidos como muy buenas aunque debo destacar
que tiene otras publicaciones muy buenas.
Corría de boca en boca que cuando se inventaron los esquimalitos, una
especie de helados en funditas plásticas, le solicito a uno de los hijos que
comprara, un animalito, refiriéndose a ese refrescante helado(esa era su forma
de hablar).
Como agricultor, productor de café fue exitoso, como político también lo
fue, teniendo la gallardía de mantener a los suyos lejos de sus actividades
partidarias.
Tuvo buenos amigos, también enemigos luego de incursionar en la política
partidista, hombre de buen corazón, amigo del amigo, marido ejemplar y
excelente padre de familia.
Sus hijos, todos se hicieron profesionales y casi todos hembras y
barones fueron parte de una empresa de cine que tenia en el sector de Villa
Estela, el cine teatro Bahoruco, donde en horas de la mañana se les veía
pintando los carteles que anunciaban las películas a exhibirse.
Cuando yo lo conocí, me dijeron que era un hombre práctico, asiduo a las películas de vaqueros de la época, pero
siempre apostaba a los bandidos, pues no aceptaba que un solo hombre, el
protagonista le ganara a los bandido que siempre eran muchos.
Hay una anécdota que recién escuche, antes de comenzar las películas
cuando los jóvenes acudían a ver una de vaquero el le ofrecía la aposta,?cuál ganaría?,
si el protagonista o el bandido, apostaba dos centavos, era una forma de
devolver dos de los cinto centavos que se cobraba por taquilla.
Lo que realmente procuraba con esa manera de perder era devolver los dos
centavos para mantener viva la concurrencia a su cine.
Cuando estaba en su casa casi siempre estaba sentado en una mecedora,
cuando uno llegaba a su vivienda y le preguntaba como estaba, contestaba, ¡aquí
en la lucha!.
Para la mayoría de los que lo visitaban era de sorpresa que un hombre
tranquilo, económicamente desahogado estuviera siempre en ¡la lucha!, pero su
vida se desenvolvía así en “la lucha”.
Esa forma de decir de don Negro se hizo popular en la ciudad y no fue
hasta muchos años después que alguien descubrió la verdad de la expresión.
Fue un día en Que un amigo lo visito y no se por cual razón tuvo que
llegar a situarse detrás de la mecedora donde este se encontraba sentado
siempre y descubrió que en la parte trasera de la misma había inscrita la frase
¡LA LUCHA!.
Es decir nunca estuvo literalmente en la lucha, siempre estuvo sentado en
su mecedora a quien el llamaba la lucha, pero esa expresión se expandió y aun
hoy a muchos años, muchos contestamos el saludo diciendo ¡aquí en la lucha!.
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