POR ALEJANDRO SANTANA
Los periodistas honestos, en cualquier parte del mundo, siempre han
estado en peligro de perder sus vidas por el simple hecho de estar en
desacuerdo con acciones inmorales de personeros.
Ocurrió en los tiempos de Alcapones, ha ocurrido durante el imperio de
presidentes dictadores, ha ocurrido con autoridades corruptas, en fin quienes actúan
indebidamente han visto a los periodistas como sus enemigos.
En nuestro país, la suerte de periodistas en los doce años del doctor Joaquín
Balaguer, estuvo en las manos de policías, militares y funcionarios corruptos.
Se asesino a periodistas serios que no comulgaban con la acción criminal
y corrupta de la época.
Y para no llenar esta paginas de hechos contra periodistas, siempre
mencionamos el caso de Orlando Martínez, asesinado por criticar la política
corrupta de la época.
Desde esa época, es muy poco lo que se ha cambiado en nuestro país, aun
hoy los periodistas estamos en peligro de ser silenciado, por funcionarios, policías
y una nueva pandilla de delincuentes.
Los traficantes de drogas, ahora son los enemigos potenciales de los
periodistas en todo el territorio Nacional.
Y es que en todo el territorio existe trafico de drogas y la forma de
accionar de estos personeros son las misma.
Personeros conocidos, reincidentes en el negocio del narco tráfico, la micro
venta y policías vinculados al negocio.
Periodistas luchando solo contra ese monstruo que mueve millones en un país
donde nuestras autoridades en la mayor de las veces son parte de ese flagelo corruptor.
Y ahí esta el problema de los periodistas, denunciar las acciones de
vendedores barriales que actúan de forma mas legar que cualquier colmado.
Tiroteo constante entre DNCD y reconocidos microtaficantes, que han
dejado de pagar peaje y hay que hacerlo entrar en razón para que retornen los
peajes.
Cuando esos enfrentamientos barriales ocurren todo el que vive en el
entorno esta en peligro de muerte, se producen momentos de incertidumbres por
las balaceras y bombas lacrimógenas.
Los periodistas denuncian, se anuncia el apresamiento de algunos, pero
recobran su libertad fácilmente y vuelven a las
calles de esos barrios a seguir sembrando el desasosiego.
Se repite el mismo cuadro, residentes de esos lugares acuden donde el
periodista o al medio de comunicación a denunciar esa acción repetitiva de
vendedores y miembros de la
DNCD.
Policías cómplices filtran la información de que han sido calentados por
periodistas que han denunciado sus acciones.
Y como los que están en el negocio en los barrios son personas que pagan,
lanzan amenazas públicas contra periodistas que su único
accionar ha sido ser serios.
Amenazas preocupantes porque casi siempre se contrata a adictos para que
cometan los crímenes contra el periodista o ciudadano señalado e identificado
por las autoridades como los enemigos de esos “ciudadanos”.
En un cuadro así el periodista esta desprotegido, pero resulta peor si
el periodista ha criticado la puesta en libertad de algún peje gordo que es
apresado con varios kilos y en cuestión de horas esta nuevamente en las calles.
Como se ve los periodistas que tienen la osadía de seguir los
lineamientos de Orlando Martínez y otros mártires de la prensa ponen sus vidas
en peligro.
Es el caso de San Francisco de Macorís, en la persona de Pedro Fernández
de El Nacional, pero también es el caso de otros periodistas de provincias que
tienen la osadía de denunciar estos casos.
En momentos en que muchas de nuestras autoridades tienen vínculos con la
corrupción, la venta de drogas de donde reciben cuantiosos recursos para ser
permisivos.
Y por eso es que los periodistas, siempre están y estarán en peligro de
morir a manos de un degenerado adicto, operador de punto o policía cómplice del
negocio de las drogas que en todos los barrios de la geografía nacional se hace
de manera publica.
Las altas instancia policiales y judiciales, por lo menos en San
Francisco de Macorís tienen en sus manos una denuncia seria y deben actuar en
consecuencia, mientras los periodistas estaremos al pendiente de la suerte de
nuestro colega con quien nos solidarizamos militantemente.
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