BARAHONA.- Continuando con la selección de destinos ecoturísticos
inspiradores para aquellos que han decidido dedicar el 2014 a la
aventura y a explorar República Dominicana, la recomendación de esta
semana son tres de los enclaves que hacen del suroeste la región más
enigmática del país. Aquí se encuentran el punto más alto de las
Antillas, las playas menos contaminadas del litoral sur y los bosques
con la mayor biodiversidad de la isla.
BAHÍA DE LAS ÁGUILAS
Hacer referencia a Bahía de las Águilas es, desde hace varios años, hacer alusión al paraíso playero en República Dominicana, a la playa que todos desean conocer algún día, a la playa que espera la “codiciada” explotación turística, la playa sin palmeras, la playa que deslumbra entre los farallones de Punta Chimanche y Punta Águila.
En la provincia de Pedernales, 323 kilómetros al oeste de Santo Domingo, son esos 7 kilómetros de arena blanquísima y agua transparente los que enamoran al bañista que prefiere no quejarse del abrasante sol y de las pocas facilidades de alojamiento que ofrece el entorno y disfrutar cuanto pueda de tan paradisiaco lugar.
Un paseo a Bahía es la felicidad reducida a “estar ahí”, en sus aguas, a dejarse asar por el sol, a caminar entre cambrones, canelilla, cactus y guasábaras; a hacer esnórquel en las terrazas marinas, a contemplar el cielo azul...
Como si no hiciera falta nada más en esta vida.
Bahía de las Águilas forma parte del Parque Nacional Jaragua, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 2002.
Iguanas, tortugas carey y tinglar, manatíes y palomas coronita son las especies que más se dejan ver en esta parte del litoral en el que está prohibido acampar y hacer fogatas.
BAHÍA DE LAS ÁGUILAS
Hacer referencia a Bahía de las Águilas es, desde hace varios años, hacer alusión al paraíso playero en República Dominicana, a la playa que todos desean conocer algún día, a la playa que espera la “codiciada” explotación turística, la playa sin palmeras, la playa que deslumbra entre los farallones de Punta Chimanche y Punta Águila.
En la provincia de Pedernales, 323 kilómetros al oeste de Santo Domingo, son esos 7 kilómetros de arena blanquísima y agua transparente los que enamoran al bañista que prefiere no quejarse del abrasante sol y de las pocas facilidades de alojamiento que ofrece el entorno y disfrutar cuanto pueda de tan paradisiaco lugar.
Un paseo a Bahía es la felicidad reducida a “estar ahí”, en sus aguas, a dejarse asar por el sol, a caminar entre cambrones, canelilla, cactus y guasábaras; a hacer esnórquel en las terrazas marinas, a contemplar el cielo azul...
Como si no hiciera falta nada más en esta vida.
Bahía de las Águilas forma parte del Parque Nacional Jaragua, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 2002.
Iguanas, tortugas carey y tinglar, manatíes y palomas coronita son las especies que más se dejan ver en esta parte del litoral en el que está prohibido acampar y hacer fogatas.
A la playa se accede en vehículo o en bote desde La Cueva, un paraje conocido como el poblado de Los Pescadores. Los tours organizados a Bahía de las Águilas terminan en este lugar, con la degustación de comida criolla y visitas a la antigua cueva que alojaba a los pescadores y al mirador habilitado por Medio Ambiente en el farallón, justo encima de la cueva, con vistas a las playas de Cabo Rojo y de Bahía de las Águilas.
ISLA CABRITOS, EN EL LAGO ENRIQUILLO
La isla Cabritos es la mayor de las tres islitas ubicadas en el interior del lago Enriquillo, el mayor del Caribe, compartido por las provincias Independencia y Bahoruco. Lo peculiar de este pedazo de tierra es que se trata precisamente de una isla localizada en el interior de un lago que está ubicado, a su vez, en otra isla (La Hispaniola). El lago Enriquillo es, además, el único cuerpo de agua situado por debajo del nivel de mar que cuenta con islas en su interior. Ambos, la isla y el lago, conforman el Parque Nacional Lago Enriquillo e Isla Cabritos.
La isla tiene 12 kilómetros en su parte más larga y 2.5 en la más ancha, pero será necesario recalcular su tamaño debido a la elevación de las aguas del lago en los últimos años. Pese a la crecida, la isla continúa abierta a las visitas. El bote para alcanzarla se toma a pocos metros del farallón de Las Caritas, en El Iguanario de La Descubierta, justo donde se encontraba el balneario La Azufrada. En la islita, en la que abundan los cactus “alpargatas”, la bayahonda y los robles petrificados, se pasean sin temor las iguanas rinoceronte (Cyclura cornuta) y ricord (Cyclura ricordi, endémica de República Dominicana) y en dos de sus playas anida el cocodrilo americano.
EN EL VALLE DEL TETERO
San Juan cuenta con el privilegio de tener en su territorio el verde Valle del Tetero. Al este de la provincia, llegar a la planicie de pajones y pinos ubicada a 1,562 metros sobre el nivel del mar es un reto ecoturístico para los que prefieren las caminatas, las excursiones monte adentro y la acampada.
El recorrido, en estos casos, es tan importante como la llegada. Saliendo desde la comunidad La Ciénaga de Manabao, en Jarabacoa (es la ruta más usada para llegar al valle), al cabo de 11 kilómetros y con el cuerpo a punto de desplomarse si el recorrido se hace a pie, el camino se divide y obliga al viajero a seguir una de dos direcciones: continuar a la derecha el ascenso hacia el pico Duarte, a 3,087 metros sobre el nivel del mar; o la bajada hacia el Tetero, ocho kilómetros hacia la izquierda. Al valle también se accede desde Padre las Casas, en Azua, y desde Constanza, en La Vega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario