POR RUBEN DOMINICI
Tomado de ECOS DEL SUR por considerarlo de interes
I. La emigración masiva: efecto de una batalla perdida.
La migración es un fenómeno universal desde hace más de 50 mil años. Los humanos vivimos en un determinado territorio mientras las condiciones ambientales (ambientales en el más amplio sentido) nos permitan, entre otros, vivir con cierta seguridad, usar/explotar los recursos naturales sin limitaciones considerables, mejorar progresivamente en términos materiales y espirituales, la reproducción biológica, y la práctica y disfrute de nuestra cultura.
En algunos casos, la cultura de un grupo humano se mantiene relativamente intacta, y en otros interactúa profundamente con otra u otras culturas dando como resultado una ”mezcla” cultural llamada sincretismo.
Por demás, los humanos somos territoriales, gregarios, y formamos familias. Esta condición nos lleva a demarcar el territorio donde vivimos y a defenderlo de extraños, así sea a costa de nuestras vidas. Por igual, mantenemos un vínculo especial con nuestros ancestros y descendientes.
Cuando las condiciones ambientales ya descritas cambian sustancialmente, buscamos las más diversas formas de salir de la situación que nos afecta. Si las causas de esa situación no deseada son naturales, como sequías prolongadas y frecuentes, lluvias e inundaciones frecuentes, plagas y enfermedades frecuentes, ciclones constantes y devastadores, frío extremo y heladas recurrentes, hacemos cuantas obras físicas podamos o introducimos cambios en las técnicas y en los procedimientos, según el caso y la disponibilidad de recursos y el desarrollo tecnológico que hayamos alcanzado.
Y si dichas causas son sociales, es decir económicas, políticas, religiosas, y otras, regularmente enfrentamos por diversos medios a los sectores que las originan, en una lucha donde el que gana goza, y el que pierde, además de sufrir, tienen que pagar la cuenta. Así de simple.
Los perdedores de esa batalla con la Naturaleza, o con parte de la sociedad, muchas veces no tienen más alternativa que emigrar a donde le sea más fácil, seguir los consejos de la canción aquella de Joan Manuel Serrat, que dice:
”Escapad gente tierna/que esta tierra está enferma/y no esperes mañana/lo que no te dio ayer/que no hay nada que hacer./Toma tu mula, tu hembra y tu arreo./Sigue el camino del pueblo hebreo/y busca otra luna./Tal vez mañana sonría la fortuna./…”
Así lo hicieron Abrahán y Lot cuando las pasturas disponibles ya no satisfacían a sus ganados, aunque hoy muchos de sus seguidores truenan en contra de los haitianos que han hecho lo mismo, aunque por razones diferentes. Así inmigraron a nuestro país los ancestros de muchos de los “nacionalistas” que hoy ven como “una trama para unificar la isla” la desesperación de los haitianos que vienen a trabajar “en lo que sea” para no dejarse morir de hambre en su país.
Así salieron de Europa decenas de millones de personas en el siglo pasado, principalmente durante las dos Guerras Mundiales. Así lo están haciendo hoy día millones de personas de países que han sido empobrecidos por las grandes potencias al convertirlos en simples ofertantes de servicios a los países del Norte, e importadores de casi todo lo que necesitan, como es nuestro caso.
Así han salido de nuestro país alrededor de un millón ochocientos mil dominicanos y dominicanas desde el primer periodo de Balaguer en 1966 a la fecha, y esa oleada migratoria de grandes proporciones sigue con viento en popa, como diría un marinero. Fruto de los malos gobiernos que hemos tenido (eso sí, “nacionalistas” hasta el tuétano), muchas personas no ven otro futuro que no sea irse del país, a donde sea y a lo sea, pero irse, como lo han hecho profesionales, técnicos valiosos, y personas sin formación técnica o académica. Así, buscando otra luna y esperando que mañana le sonría la fortuna, miles de nuestras hermanas han terminado siendo trabajadoras sexuales en unos 66 países identificados.
Y las razones de nuestra emigración están bien claras: aunque cada año crece la economía, los salarios son muy bajos, la educación compite con la peor del continente, los servicios sociales son pésimos, los pobres nada más valen en las elecciones, la inversión seria y transparente tiene mil enemigos, la corrupción lo arropa casi todo, los políticos cada día son más ineficaces, etcétera, etcétera. Y por desagracia, no se vislumbra un cambio a mediano plazo.
2. El impacto de la emigración en lo social y económico de los países emisores.
Esa gran oleada emigratoria referida, a juicio de este humilde aprendiz de todo, es uno de los principales factores que ha posibilitado que hoy día no nos estemos matando unos con otros, y que las clases dominantes y los políticos que han dirigido al país hayan podido acumular asombrosas fortunas sin grandes enfrentamientos con los sectores empobrecidos.
Nuestros exiliados económicos son un soporte fundamental en la vida del 19% de los hogares de la zona urbana, y del 13% de la zona rural. En el 2012 enviaron a sus familias en el país 3,900 millones de dólares, que son más de 130 mil millones de pesos dominicanos, impactando con ello de manera extraordinaria la economía popular y el sector comercial.
En el hipotético caso de que estuvieran en el país los casi dos
millones de dominicanos que hoy están fuera, y por vía de consecuencia
sus familias y el comercio no hubieran recibido los más de 130 mil
millones de pesos mencionados, no sería descabellado pensar que los
conflictos sociales que tenemos serían radicalmente diferentes a las
luchas que aisladas y de manera esporádica se libran ocasionalmente a lo
largo y ancho del territorio nacional. Visto así, la migración es como
una válvula de escape que favorece la gobernabilidad de los países
emisores y receptores.
Es bueno resaltar que a pesar del fuerte vínculo que mantienen los emigrantes con sus parientes y allegados en su país, la realidad siempre le gana la batalla a la nostalgia. Y la realidad es que ser ciudadano del país donde se vive brinda beneficios y oportunidades que no se obtendrían como simple inmigrante, sea legal o indocumentado.
Por eso, el sueño hoy día de la mayoría de las personas de cualquier país del mundo que emigran a Estados Unidos y a España, por citar sólo dos destinos, es obtener allí la ciudadanía. Así que cuando usted sepa de algún amigo, pariente o conocido que vive en Nueva York o España, o que va y viene con cierta frecuencia, aunque se pinte de más nacionalista que Duarte, y catalogue de traidor y antipatriota a los que vemos a los haitianos como hermanos, y a sus hijos nacidos aquí como compatriotas, ES MUY PROBABLE QUE ÉL YA SEA NORTEAMERICANO O ESPAÑOL.
Así es el comportamiento esperado de la mayoría de las personas que emigran de África, Asia, Oceanía y América (sin Norteamérica) hacia Europa, Estados Unidos y Canadá. Así es el comportamiento esperado de la mayoría de los sudamericanos, centroamericanos y caribeños que emigran a Estados Unidos.
Y si no queremos que así sea el comportamiento esperado de la mayoría de los haitianos que vienen a trabajar en nuestro país, que ellos sean la excepción a la regla, entonces tenemos que trabajar duro para reestructurar a mediano plazo todas las actividades productivas del país que utilizan mano de obra haitiana barata (agropecuaria y construcción, principalmente), de modo que no los necesitemos. Así tendrían que irse a otro destino. ¿Es esto factible? No lo sé. Habría que preguntárselo a los “nacionalistas”
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