Ray Ortega |
Un cordial saludo a todos mis queridos lectores. Espero se encuentren bien en compañía de los suyos.
Viví en los Estados Unidos por más de 55 años. Vi muchas veces que los hijos no querían comer la comida que la mama hacia con mucho amor y cariño y le compraban otra cosa para que comiera, sin darse cuenta que muchas veces hay personas en el mundo que se acuestan sin comer nada y otros que se acuestan solo con un pan y un poco de agua en sus estómagos.
Escuche en muchas ocasiones a personas decir: Comí yo, ya comió todo el mundo, eso no es cierto porque hay muchos en este mundo que cuando a nosotros nos sobra a ellos les falta, y cuando nosotros batamos la comida, ellos darían cualquier cosa por tenerla.
Leí algo hace unos días que lleva por titulo: Yo comí con Dios, y dice así: Cierto día un niño quiso conversar y conocer a Dios, como sabia que el camino era largo, preparo una maletita con comida y refrescos y se dio a la tarea. Cuando había caminado unas 4 cuadras se sintió cansado y vio que allí había un parque con unos bancos, como todos estaban ocupados por personas unos leyendo la prensa y otros conversando se sentó al lado de un señor anciano. Saco un refresco para tomárselo, cuando estaba a punto de llevárselo a la boca, vio que aquel señor le miraba como con cara de hambre. Entonces saco otro refresco y se lo dio a aquel anciano que le devolvió una bella sonrisa, como el niño quería volver a ver la sonrisa tan bella de aquel anciano, le brindo unas galletita y este las acepto, y le volvió a sonreír. Comieron juntos sin mediar palabras. Llego la hora de marcharse porque ya oscurecía, el niño se marcho pero quedo mirando atrás, de repente volvió y le dio a aquel anciano un abrazo sin meditar palabras, este le devolvió una bella sonrisa y se marcho el niño. Llego a su casa feliz y contento y al verlo la madre le pregunto que porque estas tan feliz, y le dijo el niño: Mama es que hoy almorcé con Dios, y por eso estoy feliz, y tenía una sonrisa tan bella. El anciano regreso a su casa y le dijo el hijo: Papa porque vienes tan contento, y el respondió: Porque hoy almorcé con Dios, y no sabia yo que era tan jovencito.
Mis queridos amigos, Dios se nos presenta de cualquier forma y en cualquier lugar, en un parque, en el anda deambulando por la calle, en el que pide limosna, lo que tenemos es que quererlo ver, sobre todo en los que pasan necesidades y los que tienen hambre, y no solo hambre de pan sino hambre de Dios y de justicia.
Veamos a Dios en nuestros semejantes, es el mandamiento que nos dejo Jesús: “Ámense unos a otros como yo los he amado a Ustedes”
Termino con el Versículo 10, del Capitulo 4 de la Primera Carta de Juan que dice: “Así se manifestó el amor de Dios entre nosotros. No somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino que El nos amo primero”
Hasta la próxima y muchas bendiciones para Ustedes.
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