El Banco Mundial publica un índice de control de la corrupción, el cual mide las percepciones del grado en que el poder público es ejercido para el beneficio privado y "la captura" del Estado por intereses privados. En una serie de 1996 a 2010, RD ha deteriorado su posición desde un pico 2004 a 2010, duplicando el valor negativo. En 2010, el control de la corrupción está en el nivel más bajo de los últimos 14 años y la posición relativa de RD entre 20 países de América Latina pasa de la 12 en 2004 a la 17 en 2010, de forma que solamente 3 países muestran un control de la corrupción peoTransparencia Internacional publica un índice que mide la percepción de la corrupción del sector público, incluyendo el tema del soborno de funcionarios públicos, comisiones ilegales, la malversación de fondos públicos, y el esfuerzo y eficacia de las acciones anticorrupción del sector público. Las percepciones son usadas porque la corrupción es en mayor grado una actividad ocultada difícil de medir directamente, aunque diría que en RD es cada vez más descarada. Según Transparencia con el tiempo, las percepciones han demostrado ser una estimación confiable de corrupción. (Ver gráfico)
Este índice tiene una escala de 1 a 10 y RD tiene un nivel de 2.6. Entre 2010 y 2011, fue el tercer país de 177 que más posiciones perdió y el séptimo que registró mayor deterioro del índice. De 21 países de América Latina, de 2010 a 2011, es el segundo que más deteriora su posición y el cuarto que más declina en el índice. A más largo plazo, entre 2005 y 2011, es el segundo país que más posiciones pierde y el séptimo que más deteriora el índice. (Ver gráfico)
En 2011, el índice de competitividad del Foro Económico Mundial indicaba que el principal problema para hacer negocios en RD era la corrupción y colocaba al país en la posición 142 de 142 en despilfarro del gasto público, en la 141 del favoritismo de las decisiones oficiales y 140 en el desvío de fondos. (ver cuadro)
La concentración del poder y el autoritarismo son responsables de ese deterioro. El Estado y los mecanismos judiciales se utilizan en beneficio propio. La concentración del poder, el autoritarismo, la corrupción, la impunidad y la complicidad crecen juntos. No hay ninguna institución capaz de poner límites, ya sea por miedo, por intimidación o por complicidad. Ello se traduce en la pérdida de derechos ciudadanos. Esto hay que cambiarlo, hay que restituir una sociedad basada en derechos, hay que parar el continuismo. Se necesita la alternabilidad política.
Por Miguel Ceara-Hatton
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