Por
Teodoro Reyes Torres.
El autor, es Vice Consul en Madid España y alto dirigente del PLD en España
“Por caminos y mentideros solo se escucha
vuelve y vuelve Balaguer…y volveré”.
Este es sólo un
fragmento de la célebre frase que citara el Dr. Joaquín Balaguer en una de sus
habituales alocuciones de la primavera del año 1986, previo a las elecciones
del 16 de mayo de ese mismo año. Como eslogan de campaña, el “Vuelve y vuelve
Balaguer” fue todo un clamor de los sectores populares del país e incluso
trascendió nuestras fronteras.
Y no era para
menos, los desaciertos económicos del gobierno calamitoso del Dr. Salvador
Jorge Blanco favorecieron que una parte considerable de la población se
identificara con el claro objetivo que entrañaban estas palabras.
Así como un cruel
presagio, los designios se cumplieron. El Balaguer de aquellos 12 años volvió,
retornó al Poder después de permanecer ocho años largos en el duro banco de la
oposición.
Traigo a colación
recuerdos tan amargos de aquella época de frustraciones, a propósito de que en
una mañana espléndida, a finales del mes de marzo, por el simple hecho de
vestir una camisa color lila o morada, un dirigente local del P.R.D. me abordó con
notorio enfado, y me espetó directo a la cara que ya me quedaban pocos días en
el puesto consular que desempeño en la ciudad de Madrid.
Es obvio que a
estas alturas de la campaña electoral, muchos dirigentes del Partido Blanco
tienen la firme convicción de que ganarán las elecciones del próximo 20 de
mayo; tal cual si en esta ocasión se estuviera repitiendo con su candidato, la
situación política que propiciara el regreso del Dr. Joaquín Balaguer al poder
en el año 1986.
En naciones pobres
y subdesarrolladas como es el caso de la Republica Dominicana, los sistemas
políticos, económicos y electorales adolecen de graves irregularidades; las
cuales generan exclusiones, marginaciones e injusticias en los sectores más
vulnerables de la población.
Esta es la
principal causa para que siempre haya gente que no se sienta representada, ni
tomada en cuenta por los gobiernos de turno; mientras tanto no se produzcan las
reformas pertinentes que corrijan esas deficiencias.
Estos segmentos de
poblaciones disgustadas no suelen meditar las consecuencias de sus actos a la
hora de aglutinarse en organizaciones políticas, cuyos únicos objetivos son
derribar a los gobiernos vigentes, a fin de instalar en el poder a candidatos
que patrocinan.
Realmente las
tendencias electorales no siempre se rigen por lo que unos u otros quieran;
sino más bien obedecen a fuerzas intrínsecas de cuestiones lógicas.
El ser humano tiene
un conjunto de inclinaciones que responden a su propia naturaleza, y a los
instintos de supervivencia y evolución, tales como aprehensión por el bien,
apetito al conocimiento, pretensión al bienestar, la libertad, la sociabilidad,
a la paz, etc. etc.
El hombre suele
adherirse a las grandes ideas, y por consiguiente a las personas que las
piensan, desarrollando así la necesidad de dirigir o ser dirigido. De ello se
deduce que una persona a la hora de sufragar, escoge conscientemente al
dirigente que reúne las mejor condiciones para gobernarle; y su vez, al
proyecto de gobierno que preferiblemente garantice la satisfacción sus
necesidades más perentorias.
También, los seres
humanos tenemos la particularidad de confundirnos o equivocarnos. Por lo tanto,
puede ser que unos cuantos dirigentes de la oposición, erróneamente hayan
intuido la existencia de algún paralelismo entre la época referida y la actual
coyuntura electoral.
Lo prudente en
estas circunstancias es no aferrarse a falsas ilusiones, puesto que solo son
espejismos. Pero, además hay que tener bien cuenta que absolutamente nada es
igual, y que la historia jamás se repite.
Considero que los
perredeístas son muy conscientes de que en las presentes circunstancias no
cuentan con la fracasada gestión del gobierno peledeístas, que supuestamente
pueda proporcionarles las ventajas políticas que tanto esperaban.
Que también
deploran, que durante el ejercicio de su fallida oposición, no pudieron
designar a un líder que poseyera mínimamente los avales políticos y los
arraigos populares que ostentara el Dr. Joaquín Balaguer en aquellos tiempos.
Por lo tanto, no vienen al caso, el despliegue exagerado de tanta algarabía y
arrogancia por su parte, pues no son más que meras maniobras para confundir al
elector.
El molesto
incidente de aquella mañana me sumió en un mar de profundas reflexiones
políticas. Y por varios días se adueñó de mi mente un torrente de ideas, varias
de las cuales estoy seguro coincido con mucha gente.
Si hay una cosa que
he tenido muy clara desde hace algún tiempo, es que la dialéctica social y
partidaria situaría al compañero Danilo Medina en una posición óptimo para
lograr presidente de la República Dominicana. No pudo ser en el año 2000,
tampoco lo era en el 2008; ahora es, el año 2012 es momento de Danilo.
La crisálida que
protegía su candidatura se abre caminos y adquiere vastas dimensiones en la
culminación de tres acontecimientos de gran relevancia pública para el país.
Primero. En dos encuentros
efectuados con el Presidente Leonel Fernández en la ciudad de Madrid, he tenido
el privilegio de estar presente cuando se le formuló la misma pregunta en ambas
oportunidades.
Y en las dos
ocasiones la misma respuesta del mandatario fue “era contraproducente y
arriesgado un tercer mandato consecutivo para cualquier gobierno, y él no tenía
contemplado presentarse tal aventura”. Sus palabras desvelaron tanta
sinceridad, que no fue tan difícil deducir que había una decisión ya
premeditada.
En sus tres
administraciones, el Presidente Leonel Fernández Reyna ha dado muestras
fehacientes de ser un estadista extraordinario, de conducta pública
incuestionable. Sus grandes acciones al frente del Estado le sitúan como un
ciudadano ejemplar, comprometido con el país, respetuoso con las leyes y a los
principios éticos.
Con la promulgación
de la nueva Constitución Dominicana, el día 26 de enero de 2010, el Presidente
Leonel no logró acallar falsos rumores; pero sí deslegitimar cualquier
intención perversa y su posible gestación desde las instancias del poder.
Segundo. Don Hipólito Mejía es
el dirigente político que menor credibilidad política despierta en actualidad,
y el que mayor desconfianza inspira en el seno de la sociedad dominicana, con
relación a los demás aspirante al solio presidencial. Su imagen pública está
completamente deteriorada, y es más bien recordado por las travesuras e
incoherencias protagonizadas por éste y el gobierno caótico que encabezó, en el
período 2000-2004.
La Convención del
PRD el día 6 de marzo de 2011 y la elección de Don Hipólito Mejía como
candidato a la presidencia de la república, es indudablemente un duro revés
para la organización del hachón encendido; y ya es muy tarde, debido a que sus
efectos han sepultado profundamente las probabilidades de éxito que tenía de
dicha institución. Y
Tercero. Definitivamente, La
celebración de las Primarias del Partido de la Liberación Dominicana el día 26
de junio de de 2011, constituyeron un mero trámite de consagración para nuestro
candidato.