ODISEA ORIGEN DEL COMANDO BARAHONA
HECHO PRESO EN SAN CRISTOBAL
por Justo Luperón (Frank Adolfo)
Sinópsis:
Después que logramos salir de la ciudad capital tratando de cumplir con el encargo de llevar hasta Radio Televisión Dominicana, lo que el pueblo de Barahona donaba para los alzados en armas a partir de la revuelta del 24 de abril. Al no poder hacer la entrega, retornamos a barahona. Luego, nueva vez, llenamos el volteo con más ayuda y otros compañeros se sumaron para ir a la capital, porque los combatientes constitucionalistas habían retomado los estudios de la emisora. Y, volvimos a partir cerca de la misma hora que la vez anterior, sería más o menos 3 ó 4 de la tarde, día 25 de abril.
Al llegar de San Cristobal, un puesto de avanzada del Ejercito Nacional, nos detiene para inspección (al parecer ya ese comando decidió tomar partido, de actuar parcialmente en la contienda). Sólo por tener camisa roja con detalles negro y tener porte de joven atlético, sin nínguna excusa, se me detiene y soy hecho prisionero. Trasladado a la cárcel de la fortaleza. No sé que destino tuvo el vehículo ni la suerte de mis demás compañeros. Ocho días encarcelado. La salida de la cárcel es el resultado de la gran cantidad de presos que se produjo a raíz del deterioro y conplejidad de la situación que acontecía en la capital y el movimiento militar.
Muchas personalidades políticas fueron apresadas en San Cristobal y huvo intervención de agencias y organizaciones eclesiásticas, humanitarias y de otras denominaciones que intervinieron por lo que estaba sucediendo en San Cristobal. Con toda honestidad, de ese inucitado movimiento ni sombra estuve enterado. Era totalmente ignorante de lo que pasaba. Sí percaté una febril actividad denotando, llegadas y salidas de elicópteros, vehículos blindados, un maregmoto de soldados y gentes nerviosas que entraban y salían al recinto. No hacia falta ver lo que pasaba. La imaginación y sonidos nos indicaban la posible causa de ese movimiento.
Tengo la impresión de que transcurrió más de 8 a 10 días de encarcelamiento. Trato no ultrajante pero confinado a una celda común amplía, sin ningún tipo de facilidades para desenolvimiento de la higiene y ninguna comodidad. El suelo como cama sin frasada. Nada. El alimento escaso y ayudado por lo que se compartía entre la cantidad de detenidos que iban llegando en aumento, según pasaron los días. Entraban y sacaban presos de manera frecuente. Ni una vez fuimos interrogado o llamado a prestar declaraciones; algo parecido. Nada. Sólo: Confinado. El por qué fuimos detenido. Núnca se especificó. Tampoco se llevó a cabo registro sobre la detención. Simplemente estás preso, ajuzgar por apariencia. Y, YA.
Mientras las cosas en las calles, pueblos y situación cívico-militar, “procegía su agitado curso”. No tenía noción sobre lo que estaba acaeciendo. Absolutismo total de tiempo y espacio y acciones. Qué estaba pasando fuera de esas paredes?. Me laceraba la pregunta. Sin embargo estaba tranquilo. Recibía alimento en la esperanza de otros detenidos porque se corrían los comentarios y se especulaba. Se decian cosas que los soldados de Estados Unidos estaban interviniendo; que habían entrado tropas de ese país. Que se estaba peliando en la parte alta de la capital. Que habían fuertes combates. Que el pueblo estaba saliendo de sus casas movilizándose. Que habían metrallado en los alrredores del Puente. Que el CEFA fue detenido en la cabeza del Puente. No se sabía como estaban los comando de las provincias. Y así. Se colaban las noticias que venía con nuevos detenidos que por diferentes motivos llegaban, la mayoría por razones de la misma situación política-militar, acontecida en el momento.
Al cabo de largos días de apresamiento preventivo, digo yo, fuimos llamado junto a un grupo de 14 presos más, que estabámos en esa celda. Nunca en momento alguno se nos había llamado ni siquiera para preguntar por nuestro nombre. Un anónimo. Solitario en medio de 30 y otros presos. Mayoría, personas entre jóvenes y aduntos sobre los 40 años a juzgar por el físico. Personas de la misma comunidad que nos ayudaban en lo posible con los alimentos, porque ellos sí tenían familias cercanas, pues, como se dijo, eran de las comarcas; debían tener defensores que se ocuparon de visitarles y realizar diligencias a su favor, por tanto les traían útiles para satisfacer sus necesidades básicas. Algo nos quedó de uno que otro favorecido, mitigando , en parte, nuestra desdicha. Se puede decir que apenas 5 personas, supongo, éramos de otros lugares. Algunos de los prisionesros fueron venidos a buscar en elicópteros; pero al parecer esos detenidos tendrían rangos e importancia o destino desgraciado, quizás; no estaban en nuestra celda. Dormir fue un martirio. Las noches aumentaban el ruido amplificando lo nítido del traginar de soldados, camiones, radios de comunicación, etc. Una espectativa que enfermaba.
Una mañana cerca del medio día, fuimos llamado: -Tú, y éste; éste otro. Aquél. Oye tú, camina. Cerca de 14 detenidos fuimos llamados. Formados en fila y por primera vez veo el sol, fuera de la celda, tengo que cubrirme la cara para atenuar el paso del resplandor. Prácticamente aturdido, nos encaminaron por medio de un amplio patio. Cruzamos todo ese trayecto hasta entrar a una edificación donde subimos a un segundo nivel. Entre escritorios se facilitaba un pasillo en el cual nos hacen detener. En realidad no identificaba a los demás detenidos ni si dentro de los mismos huviera alguna de las gentes que me favoreció de una u otra forma dentro de la celda. No tuvimos tiempo para “socializar”, lamentablemente.
Bien. Ya puestos en ese pasillo. No transcurrió cinco largos minutos –para mi una eternidad- cuando viene llegando un militar con gorra conteniendo algunos detalles de insignias. No puedo dar sentido de conocer sus indicaciones de rango, etc. –este leguaje de signos me era “geroglífico”-. Venía en compañia de dos soldados de los cuales tampoco percibía sus rangos. Un nombre sí se me quedó grabado: Comandante Pimentel. Alguien le llamó así, al que venía presidiendo la entrada al pasillo: -Comandante Pimentel. Aquí están los detenidos.
Entró y pregunta uno a uno la razón de la detención. Ecuánime –me lució en ese instante- calmado, sosegado y muy seguro de su autoridad. Me pregunta: – Usted, comunista. Por qué está preso.
-Señor yo soy periodista y trabajo en el Diario “El Caribe”, vivo en La Pensión Universal, que está en la Arzobispo Nouel casi la calle 19 de Marzo. Vine a Barahona de donde soy, a organizar un programa de lucha y boxeo. Cuando me enteré de que en la capital las turbas están asaltando casas. Rápidamente vine porque quería proteger mi biblioteca y cuando venía en el vehículo una patrulla me detuvo en el puesto de guardia. Hasta ahora que hablo con usted.
-Entonces, usted no es comunista?. Y esa camisa roja y negra, no es de comunista. Y esos zapatos?
-Es que también soy corredor y aprovechaba estar en mi pueblo para entrenarme, cuando me enteré por la radio qué pasaba. Quise venir pronto a la capital que no atiné a cambiarme de ropa y cogí un carro de pasajero.
No dijo más. Y siguió con el compañero siguiente el interrogatorio.
Nos dejó ir a todos. Abvirtiendo vuelver de regreso a nuestros lugares de órigenes, que si eran detenidos nuevamente, tratando de ingresar a la Capital: -Les iba a ir muy mal, enfatizó.
Salimos, al parecer: cinco de la tarde. Tres de los que estuvimos en esa fila tomamos la carretera de regreso a pié. Se notaba en el ambiente un nerviosismo colectivo manifestado en los rostros y actitudes de las gentes que pasanban presurosas cerca de nosotros.
Los vehículos se deslizaban veloces, todos. Todo mundo demostraba tener prisa. Uuf..encontré un mundo totalmente distinto al de apenas una semana y días, cuando fui hecho prisionero. Caray.
No había caminado un kilómetro, tratando de intentar conseguir “bola” que me acercara a Barahona. Cuando de pronto veo un carro de pasajeros que se detiene. Sale por la puerta del chófer. Oh!, Dios mio. Era Victor Tavárez. Hermano de mi mejor amigo Scout, Adolfo Tavárez. Vi la Gloria abrirse ante mi. Me abrazó y me dijo: -Qué te pasa. Brevemente resumí. Terminé diciéndole que venía de estar preso y debo volver a Barahona. El me dijo. Tengo el carro lleno de pasajeros y no caben los tres. Le dije que está bien, que llegara donde mi abuela, Doña Manuela, en Villa Estela y le haga saber que yo estoy vivo, que estoy en camino a casa. Se despidió con otro fuerte abrazo y me dejo RD$10.00 pesos pal camino. Nosotros seguimos nuestra petición de “bola”. Nos agarró en el trayecto una patana que debía entregar cemento en el Ingenio Barahona; y, ahí sí cupimos todos, de pláceme, sobre muebles –alguien de los pasajeros, primero, se mudaba- y fundas de cementeo. Una travesía deliciosa, observando el paisaje e intercambiando experiencias de presos, cuáles, razones y precedencias. Junto con nosotros, los primeros viajeros, montados en la patana nos contaron sobre la situación que se estaba viviendo en la capital y sus barrios. Sobre la lucha y la llegada de los soldados norteamericanos. Supimos que teníamos un nuevo líder que estaba al frente de los combatientes y era inminente la llegada de Juan Bosch. Prácticamente teníamos ocupada la capital y se esperaba el respaldo militar de algunos comandantes del interior del país.
La llegada a barahona coincide con el toque de queda en el cruce de Cachón. Nueva vez nos detinenen para inspeccionar. Detras de nosotros un carro con pasajeros, también detenido espera su turno. Lo menos que me podía imaginar era que uno de esos pasajeros del carro resultó ser el Secretario General del 1J4, llegando hacia Barahona.
Un vehículo Land Rover usado al servicio de una patrulla de militares de la Base Aérea de Barahona, bajo las órdenes del Mayor Marmolejos, llega justo cuanto ya nos dejaban abordar la patana. Sale el oficial al mando de la unidad, el Teniente Pechito, y pide ver a “esas gentes”. Me reconoce y, !Hay mi madre!. Me cantaron BINGO. Otra odisea. Preso otra vez, ahora junto al Secretario del 1J4 y sus dos acompañantes
Mañana: Qué paso ahí. La nueva escapada de Barahona, junto a mi amigo Gabriel Reyes, a la capital, con la idea de buscar armas conque hacer la lucha en Brahona. Llegada a Santo Domingo. “Operación Limpieza” y La Formación del Comando Barahona y su posición Estratégica, ante la imposibilidad de transportar armas para Barahona.
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