Hasta el gato del hospital Jaime Mota, se robaron

POR._ALEJANDRO SANTANA Que pena, que eso haya ocurrido, cuando ya se había hecho una costumbre en mi, que cuando acudía a ese centro de salud, me daba una vueltecita por el área donde él hacia su trabajo. No me refiero a nada que tenga que ver con crónica policial, ni nada porque al fin y al cabo no sé si ese tipo de delito, está sancionado en nuestro código procesal penal. Pero se robaron el gato del hospital, un felino de cuatro patas, peludo, colores blanco con negro, que lucía en buen estado de salud. Era de esos personajes que sin proponérselo se había convertido en la atracción de los concurrentes al centro médico público. El gato del hospital Jaime Mota, ya había publicado sobre él, pues la primera vez que lo vi me impacto su laboriosidad, se había convertido en una especie de recolector de desperdicios en el área donde están los quioscos de venta dentro del recinto. Propiedad de una señora que vende empanadas, jugos y otras picaceras, que silben para calmar el hambre a los que acuden temprano en busca de ser atendido por algún médico, de esos que casi nunca llegan tempr ano al lugar. Para no cansarles, con el relato, ese gato la señora lo usaba para que mantuviera el quiosco libre de ratas, cuando ella se iba por las noches, lo dejaba al cuidado de esos menesteres. Pero el era enamoradizo y se escapaba con regularidad, por lo que la dueña, del gato opto por amarrarlo durante el día, le colocó una cuerda de nilón al cogote y en el otro extremo un huacal vacio de refrescos, el cual el arrastraba en todo el entorno. Sin que haya sido el propósito, se convirtió en el recolector de los vasos higiénicos vacios, las servilletas, usadas y fundas, que los clientes del quiosco tiraban luego de usar. Y como casualidades de la vida, los desperdicios iban a parar al huacal que el gato arrastraba, y el lugar permanecía libre de esos desperdicios y si algunos no iban al colector. Pues la señora los retiraba con gusto porque casi siempre eran los menos pues la gran mayoría terminaban en el colector de desperdicios del ,gato del hospital. Debo decir que cuando fui al establecimiento que le eche de menos al cuadrúpedo peludo, no le di mucha importancia, pues creí que estaba en otra tarea. Pero cuando volví en dos ocasiones, mas, entonces, pregunté por el gato, recibí la noticia con pena, y sentí ese vacío que se siente cuando de repente se deja de ver a un buen amigo. Quiero confesar que en la noche, desperté en varias ocasiones y a mi mente llegaba la imagen del gato del hospital, tan trabajador y honesto que nunca se comió ninguno de los productos que la dueña vendía, se conformaba con lo que le echaban para que lo comiera. Creo que el lugar ha perdido a uno de los seres más honesto que se ha conocido en ese entorno del hospital Jaime Mota, por lo que se ,que muchos al igual que yo, se preguntarán qué pasó, con el gato del hospital Jaime Mota, quién se lo robo?.