ANECDOTA: ¡No lo podré morder, pero lo puedo chupar!


POR ALEJANDRO SANTANA
 
 

Hay bromas pesadas que se hacen a la inocencia de las personas y que no son asimiladas de inmediato por quienes son victimas de ellas.
 
Es el caso de una viejita, una señora entrada en edad que regresaba del mercado donde acudía todos los días a realizar la compra para la comida de la casa.
 
En el trayecto que recorría, siempre pasaba frente a  una dependencia de Salud Pública, donde periódicamente repartían preservativos a trabajadoras sexuales y otros usuarios.
 
En los meses que había estado pasando por el lugar no se percato de que ahí funcionaba una dependencia de Saud, tampoco se había enterado de que periódicamente en el lugar se repartían “condones”.
 
Pero un día en que habría reparto de esos protectores de la salud, se habían congregado unas treinta  trabajadoras sexuales a recibir su ración del mes.
 
Me contaron de primera mano que la viejita al percatarse de la cantidad de mujeres en el lugar haciendo filas, pregunto que estaban dando.
 
Una de las mujeres en la fila le informo que en el lugar  repartirían unos “caramelos de muy buena calidad”, que eran la delicia de la gente y que por eso ellas estaban esperando que comenzaran a entregarlos.
 
Por el interés de la doñita, la colocaron  la quinta, de la fila para que esperara sus “caramelos”, cuando el empleado de la dependencia se dispone a hacer el reparto, se sorprende con la señora que por sus años entendió que no debía estar en eso.
 
Y le dice extrañado, ¡pero doñita que hace usted en esta fila!,si ya usted ni diente tiene, a lo que la vieja le contesta,!yo no tendré dientes para morderlo, pero  si boca para chuparlo!.
 
No obstante le entregaron su caja de preservativos, los que no abrió hasta llegar a la casa y cuando se dispuso a repartirlo entre sus nietos, se dio cuenta de la tomada de pelo que le hicieron las meretrices de la fila, arrepintiéndose de haber dicho que no lo ¡mordería pero si lo chaparía!

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