10 preguntas reflexivas y una desgracia que se veía venir.
POR YASSIR FELIZ.
El pasado miércoles Santo estuve visitando la comunidad de La Lista. En mi regreso a Cabral, vi frente a la mata de mango que esta en el bar-hotel-restaurant “El Kanero” a un grupo de jóvenes que estaban estacionados entre motocicletas y pasolas.Pregunté, ¿que hacen ahí?. “Van a echar competencias” alguien me respondió. “Si, pero la policía sabe de eso y lo que vienen es a coger dinero”, me contestó otro. Me quedé callado, pero en mi cabeza me hice muchas preguntas medio raras, pero preguntas al fin.
Quizás entre esos muchachos que vi ese día estaban Wilver y Murilo, quienes tuvieron la desdicha ayer de ser impactados mortalmente mientras, supuestamente, participaban en una carrera de las que a diario se realizas en la vía Cabral-La Lista y en la que une a Cabral con Cachón.
Ya estos chicos eran grandes y hay posibilidades que sus padres no tuvieran control sobre ellos, pero ¿Los padres cabraleños aconsejan sus hijos sobre la peligrosidad de esas carreras?.
No quiero ponerle candado a la casa después del robo; solo quiero expresar de manera escrita algunas preguntas que me he hecho desde ese miércoles hasta hoy. y que nos podrían llevar a reflexionar sobre esta fatalidad que ha entristecido a toda esta comunidad de Cabral.
¿Por qué es tan difícil para los jóvenes ver el fino hilo que une la vida con la muerte?
¿Por qué a nadie se le ocurrió denunciar de manera insistente estas carreras ilegales y mortales?
¿Por qué esos jóvenes no se llevaron de los consejos de quienes le decían lo peligroso de eso?
¿Es verdad qué la Policía de Cabral iba a tomarles dinero a esos chicos?
¿Por qué la policía no hizo nada para detener esta catástrofe y con su indiferencia propició lo que se veía venir?
¿Y los padres y familiares?
¿Y las novias y amigos?
¿Cuándo nos llevan querellas de nuestros hijos, los reprendemos o nos hacemos los indiferentes?
¿Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas?
Estas preguntas deberán tener respuestas que aún no las sé, pero las dejo como reflexión para que hagamos consciencia del rol que como entes sociales y comunitarios debemos tener.
De este infortunio he aprendido algo: Cuando vea un joven hacer algo incorrecto, se lo diré como consejo; pues PREFIERO UN CONSEJO SANO NO ESCUCHADO, QUE UN LAMENTO NO REPRENDIDO
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